NOTA EN EL BOLSILLO DE UN PARADO
Esa disolución en que se
funden
los ecos del pasado con las
dudas
que manejan las horas del presente
es tan
solo un cultivo en la probeta
que envuelve el discurrir de
cada día.
Fueron primero al viento años
felices
para vivir con ansias y con
risas
toda una trayectoria de
progreso:
incrementos, permisos, promociones.
(Larga vida al sistema y sus
conceptos:
los recursos humanos, la
excelencia).
Pero el viento cambió y se
asomó el paro
(La crisis como fórmula
eufemística:
recursos inhumanos, las
ganancias),
y un creciente sentido de
injusticia
despertó en los más hondo de
los sueños.
Llegó luego el invierno y trajo
el frío
de no saber a qué puerta
acogerse,
y un rápido descenso a los
infiernos
donde la soledad campa a sus
anchas,
la humillación y el miedo ante
los hijos,
y la esperanza rota y oxidada
en los últimos sitios de la
cola del paro.
Llegó, por fin, un negro
sentimiento
de vergüenza, que asciende y
que devora
lo que a vivir aspira simplemente:
la vida, los vecinos, el entorno…
y una búsqueda al fin
desesperada
de algún apoyo que tuviera
nombre
de religión, de moda o de
autoayuda…
En esa mar rizada de tormentas
intentaba nadar contra las
olas,
sin playas a la vista, sin
ayuda
de un simple y amistoso
salvavidas.
Acaso la corriente lo llevaba
hacia mares más turbios,
procelosos.
Mi vista lo perdió mientras
lloraba
con lágrimas tal vez de cocodrilo.
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