miércoles, 14 de febrero de 2018

"QUIEN LO PROBÓ LO SABE"



¿Cuántas veces se nos cae de la boca la palabra amor? ¿Y cuántas las de su familia léxica: enamorados, enamoramiento, enamorarse, desamor…? Yo la tengo incluida entre las principales de mi diccionario fundamental.
Dicen que hoy es el día de los enamorados, esa fiesta comercial que obliga a todos a intercambiar objetos o a trasladar deseos. Los sustantivos abstractos siempre dejan aristas en la definición y nadie sabe en suma cómo dar con la tecla que dé la nota exacta y el sonido preciso.
Y no será por falta de intentos. Desde que el ser humano ha dejado huella, en cualquier formato, el rastro del amor se huele en ellas. Relatos nos sobran para acercarnos a algo que se parezca al amor. Ahí está la Biblia, y está el diccionario, y están los poetas, y están los filósofos…. 
“Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas; si no tengo amor, no soy nada”.
La teoría dualista del amor (el espíritu y la materia) en Platón.
“Ama y haz lo que quieras”, de san Agustín.
El amor caballeresco medieval y el amor cortesano.
El amor místico de Juan de la Cruz: “Quedeme y olvideme…”
El amor trascendente de Quevedo: ”Cerrar podrá mis ojos…”
El arrollador amor romántico. O aquel otro más ñoño y más melifluo.
Y todas las variantes que se nos antojen. 

Pero hay un eco que nos dice que siempre falta algo, que andamos al acecho y no damos con ello de forma clara y firme. Y otra vez la palabra, pobre y fría, tan solo sugerente. Hasta que se rinde exhausta y dice no poder más. Entonces, ni la Biblia, ni Platón ni todos los creadores… Tan solo ese dejarse, abandonarse y sea lo que el destino nos tenga preparado. Así lo confirmó Lope en sus versos: “Quien lo probó lo sabe”. Y es la palabra “probó” la que nos da la pista y el camino hacia esa “sabiduría” tan sabrosa.
Estas son sus palabras:
“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe”.

Hace años, me propusieron el ejercicio de definir el amor en cincuenta palabras. Lo hice también en verso y por ahí anda el resultado. También yo tuve esa osadía. Pero, aunque el resultado creo que no fue malo, nada tal vez como el último verso de Lope: Quien lo probó lo sabe. Tal vez no hay otra manera de acercarse a la densidad y a la realidad del amor.

Luego ya están las flores, el chocolate, y hasta el Corte Inglés, como sucedáneos en los que tantos se tienen que detener.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Bueno... Amor con chocolate, todavía más rico.