¿Cuántas veces se nos cae de la boca la palabra amor? ¿Y
cuántas las de su familia léxica: enamorados, enamoramiento, enamorarse,
desamor…? Yo la tengo incluida entre las principales de mi diccionario
fundamental.
Dicen que hoy es el día de los enamorados, esa fiesta
comercial que obliga a todos a intercambiar objetos o a trasladar deseos. Los
sustantivos abstractos siempre dejan aristas en la definición y nadie sabe en
suma cómo dar con la tecla que dé la nota exacta y el sonido preciso.
Y no será por
falta de intentos. Desde que el ser humano ha dejado huella, en cualquier
formato, el rastro del amor se huele en ellas. Relatos nos sobran para
acercarnos a algo que se parezca al amor. Ahí está la Biblia, y está el
diccionario, y están los poetas, y están los filósofos….
“Aunque tuviera el don de la profecía y conociera
todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz
de trasladar montañas; si no tengo amor, no soy nada”.
La
teoría dualista del amor (el espíritu y la materia) en Platón.
“Ama y haz lo que quieras”,
de san Agustín.
El
amor caballeresco medieval y el amor cortesano.
El
amor místico de Juan de la Cruz: “Quedeme
y olvideme…”
El
amor trascendente de Quevedo: ”Cerrar
podrá mis ojos…”
El
arrollador amor romántico. O aquel otro más ñoño y más melifluo.
Y
todas las variantes que se nos antojen.
Pero hay un eco que nos dice que siempre falta algo, que
andamos al acecho y no damos con ello de forma clara y firme. Y otra vez la palabra,
pobre y fría, tan solo sugerente. Hasta que se rinde exhausta y dice no poder
más. Entonces, ni la Biblia, ni Platón ni todos los creadores… Tan solo ese
dejarse, abandonarse y sea lo que el destino nos tenga preparado. Así lo
confirmó Lope en sus versos: “Quien lo probó lo sabe”. Y es la palabra “probó”
la que nos da la pista y el camino hacia esa “sabiduría” tan sabrosa.
Estas son sus palabras:
“Desmayarse, atreverse, estar
furioso,
áspero, tierno, liberal,
esquivo,
alentado, mortal, difunto,
vivo,
leal, traidor, cobarde y
animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste,
humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido,
receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el
daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un
desengaño;
esto es amor, quien lo probó
lo sabe”.
Hace años, me propusieron el
ejercicio de definir el amor en cincuenta palabras. Lo hice también en verso y
por ahí anda el resultado. También yo tuve esa osadía. Pero, aunque el
resultado creo que no fue malo, nada tal vez como el último verso de Lope: Quien lo probó lo sabe. Tal vez no hay
otra manera de acercarse a la densidad y a la realidad del amor.
Luego ya están las flores, el
chocolate, y hasta el Corte Inglés, como sucedáneos en los que tantos se tienen
que detener.
1 comentario:
Bueno... Amor con chocolate, todavía más rico.
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