martes, 9 de abril de 2019

ÓRDAGOS



Ya todo se desborda y se desparrama, todo son palabras y palabras, imágenes impactantes y frases oportunas que tratan de dar un aldabonazo en los sentimientos de las personas, de tal modo que se alejen del razonamiento sereno y pausado para que, a finales de este mes de abril, acudan con sus papeletas cargadas de impulsos a las urnas. Para empezar, actuamos todos contra la lógica y el sentido común. Hasta ahora toda la fuerza se ha ido en la selección de candidatos (no igual en todos los partidos), en una mezcla de enchufismo, dedazos e imágenes saineteras y de celebridades baratas. Por fin parece que los partidos van sacando de sus cajones los programas. ¿No predica el sentido común que habría que actuar al revés? Pues que verdes las han segado. Que no se extrañen después si muchos se desaniman cuando ven que hay candidatos que aparecen simplemente por inercia o por la llamada del “jefe de la tribu”. Démoslo por hecho y qué le vamos a hacer.
Hoy mismo (08-04) he escuchado decir a un politólogo que lleva muchos años sin leerse los programas electorales de los partidos. Si no lo hace él como profesional, ya me contarán qué podemos pedir a los demás. Tal vez lo real sea que apenas si se necesita de esa lectura. Si eso fuera así, habría que admitir que se nos dibuja un panorama aún más negativo. Vaya por Dios.
Pero a algo habrá que agarrarse a la hora de decidir. Hay dos elementos, a mi juicio, que sirven al votante de asidero ante la urna. El primero tiene que ver con la trayectoria de los partidos. Cualquiera mínimamente interesado por la cosa pública sabe de qué pie cojea cada formación política, con independencia de lo que aparezca en su programa. Debería ser el principal argumento. El segundo tiende a la simplificación y se acoge a dos o tres asuntos que se repiten machaconamente y que velan la importancia de todas las demás. Tienen que ver siempre con aquello que haya dominado en la información durante los últimos años o meses.
Me atrevo también en esta ocasión a enumerar alguna de ellas y hasta a mostrar la cascada que ha desatado. Es muy grueso y sintético, pero ahí va. Uno que anda de adivino y no tiene mucho que hacer esta tarde. Me parece que “el asunto catalán” ha modificado todo. Ha hecho surgir un partido nuevo en aquel territorio, que después se ha extendido a toda España: Ciudadanos. El fenómeno del 15-M produjo también el estallido de Podemos como sustituto de una Izquierda Unida que no acababa de asentarse por lo mismo que no lo hace ahora tampoco Podemos: la disgregación territorial de sus componentes y su concepción general del propio territorio. A última hora, y siguiendo en parte un fenómeno extendido por otros países, ha surgido una agrupación política con destino incierto y preocupante, VOX, pero que también se asienta sobre todo en dos hechos, el asunto territorial y el fenómeno de la inmigración. Mientras tanto, el PP resiste con toda su mochila de corrupción a cuestas, pero teniendo que escorarse a la derecha con acusaciones e insultos indecentes; y el PSOE simplemente las ve venir después de esbozar el programa desde los decretos de Moncloa.
Como se ve, hay algún hecho que parece generar todo lo demás y que retroalimenta todo el panorama. Cuanto más independentismo, más respuesta emocional desde la derecha, en una carrera que uno no quiere imaginarse cómo puede terminar en caso de que se constituyan ciertos gobiernos. Y asoma la nostalgia del bipartidismo, aquel demonio con rabo y todo, que tal vez, a pesar de todos sus defectos, pronto se eche de menos y hasta se reclame. Lo que son las cosas.
En fin, que la cosa, en esta ocasión, va de órdago. Y en el órdago o se gana o se pierde la partida entera. Qué pena porque en una partida deberían jugarse muchas manos de cartas, establecerse muchos guiños y acordar alguna parada para echar un trago y hasta para contar algún chiste. Luego llega el final y, si hemos repartido un poco las cosas, vendrá el diálogo y el intercambio de pareceres. Los órdagos, sin embargo, suelen dejar malos humores y hasta recelos, voces más altas de lo normal e interpretaciones equivocadas. Pues eso.

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