miércoles, 14 de abril de 2021

REPÚBLICA (SIN 14 DE ABRIL)

 

 REPÚBLICA (SIN 14 DE ABRIL)

Aniversario de la proclamación de la República. En este país creo que se sigue acudiendo a su recuerdo con el empuje de los sentimientos más que con el de la razón. Lo justifica el hecho de la guerra civil y de la interminable dictadura posterior. La guerra dejó demasiado dolor y la dictadura no hizo más que alargarlo hasta la desesperación.

A día de hoy, demasiadas referencias siguen siendo emocionales más que racionales y, en ese contexto, se simplifican enseguida las opiniones. Muchas personas siguen teniendo como imagen más próxima la de algún familiar represaliado y han vivido en primera persona las condiciones de la dictadura posterior.

Sigo pensando que sería más constructiva, consistente y duradera la opinión que se basara en el razonamiento sereno, en el significado de cada régimen, en sus posibles ventajas e inconvenientes, en las implicaciones generales que comporta cada uno y, en definitiva, en la conveniencia de adoptar uno y otro para una mejor convivencia.

Y nunca plantearlo en términos de enfrentamiento acalorado e incluso de fuerza física. La defensa de la república como régimen político de convivencia (al que me apunto también sin vacilaciones) no debería comportar ninguna exclusión absoluta de aquellos que opinen razonablemente a favor de la monarquía. Y tampoco al revés. En ese intercambio de pareceres habría que incluir elementos de tipo conceptual, histórico, social, económico… Esa sería una buena forma de intentar convencer a los que piensan de otra forma, con serenidad, sin acritud, sin alteración.

No resulta sencillo esto en la piel de toro, por los antecedentes y los elementos que se conservan en la memoria de tantos. De una parte y de otra. Pero, a pesar de todo, el peso de lo racional tendría que empezar a ser ya superior al de lo emocional. Han pasado muchos años, aunque las consecuencias sigan paseando por las calles.

Pues eso, repásese la Historia, la reciente y la más lejana; analícense las distintas variables con serenidad y con altura de miras; propónganse las alternativas que se crean convenientes sin que nadie se escandalice; discútanse las distintas razones aportadas; y tómense las decisiones que tranquilamente acuerde la mayoría.

Creo que se puede entender la intensidad emocional con la que muchos defienden una postura u otra en este país, pero todos tendremos que prestar un esfuerzo para bajar el diapasón de la música de las emociones y dar paso a la fuerza de los razonamientos. Tengo la impresión de que las posturas de unos y de otros ganarían en fuerza. Y, lo que es más importante, ganaríamos todos.

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