ENTRA MAYO Y SALE ABRIL
“Estamos a treinta del abril cumplido, / mañana entra mayo de
flores vestido”. “Entra mayo y sale abril, /cuán garridico me lo vi venir”.
Sí, otra vez, de nuevo, como si fuera ayer mismo y ha vuelto
a pasar un año. Hace tan solo un año estábamos ansiosos por salir a disfrutar
de la naturaleza, tras un largo y costosísimo confinamiento por culpa de la
pandemia. Hoy, en situación algo más ventajosa, volvemos a mirar a la tierra, a
los elementos naturales, a la vida que encarnan y a la llamada que nos hacen
para interactuar con ellos, pues somos uno más en el conjunto de los seres que
conforman el todo.
La llegada de mayo, sea en estas o en otras circunstancias,
engloba muy diversas variantes en su celebración, tanto en el tiempo como en el
espacio. A detallarlas y a explicarlas ya han dedicado y dedican sus esfuerzos
muchos especialistas. Pero, después de cualquier disquisición, por prolija y
documentada que sea, siempre encontraremos como fondo una fiesta de primavera,
del dominio de los elementos de la naturaleza y de nuestro gozo por ello.
En la ciudad estrecha en la que vivo, no conozco aparentes
rastros de esta celebración. Solo en apariencia, pues se celebran los limones el día primero de mayo;
durante casi todo el mes hay fiestas religiosas marianas (suplantación
religiosa en una fiesta de origen pagano), y, con fecha indeterminada, termina
este ciclo con la fiesta de la Peña de la Cruz. A ello podríamos añadir la
costumbre –conservada hasta épocas muy recientes- del comienzo de las rondas
nocturnas a las mozas del lugar.
Poco bagaje tal vez para celebrar algo tan importante como la
explosión de la naturaleza y de la vida, el dominio de la luz y la satisfacción
por el buen tiempo, la posibilidad de las cosechas… Y todo ello en un espacio
en el que el paisaje es lujurioso y exuberante.
Tal vez esa cercanía de la naturaleza, el carácter industrial
de la ciudad y la menor importancia de los cultivos expliquen algo de lo que sucede.
Un buen espacio para indagar y para alegar causas y razones a esta sociedad,
tal vez poco participativa y acaso demasiado individualista y recogida en sí
misma.
Sea como sea, ahí está ya mayo “de flores vestido” y
empujándonos a la vida y a la explosión de todos nuestros deseos. Vamos a ello.
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