9,30 H: El PSOE me ha pedido que eche una mano en esta fecha de elecciones y que sea apoderado del partido. Soy un hombre de izquierdas, critico muchas actuaciones de este partido en sus diversos niveles, me gustaría una renovación grande en la izquierda para que se persiga un rearme moral e ideológico… A pesar de todo, tal vez ahora, cuando peor vienen dadas en previsión de resultados, no sea mala cosa dar un pequeño testimonio de que aún existen ideales sociales y de que la vida sigue. Así que me dieron mi credencial y me he visto inmerso en todas las formalidades de las elecciones.
7:00 H. Suena el reloj y malditas ganas de levantarme que tengo. No he pasado buena noche y lo que me apetece es descansar ahora que el día ya se anuncia y mi cuerpo es cuando más a gusto se siente pegado a las sábanas.
A mi esposa le ha tocado formar parte de una mesa. Se levanta también, dispuesta a echar el día y parte de la noche en algo tan tedioso y monótono como es la formalidad de la votación.
Salimos de casa cuando aún no han dado las ocho. Es de noche y apenas apunta un rayito de claridad anunciando el resto de la luz. El día parece que se presenta seco. Apenas hay nadie por las calles. Ni siquiera los que cierran los últimos bares en las noches del fin de semana. Solo nos encontramos con un vecino que vuelve del trabajo nocturno.
El colegio Filiberto Villalobos ya tiene sus puertas abiertas y acoge a algunos representantes de partidos (en Béjar solo PSOE y PP -supongo que a lo largo del día vendrá alguien de IU-) y de la administración (policía, juzgado, ayuntamiento). Van apareciendo, con caras de bastante despiste, los titulares de las mesas. Comprendo que el acto de votar se vista de solemnidad en las democracias, pero también estoy convencido de que hay que mejorar técnicas y simplificar procesos. Y darles algunas instrucciones previas a los que las presiden. Cuando hay buena voluntad por parte de todos, la solución suele llegar de manera sencilla; si no, todo se puede complicar. No he visto, en las cuatro mesas que he recorrido, ningún signo de mala voluntad. Es gratificante ver que la gente se lo toma con buenas maneras.
A las ocho y media se constituyen las mesas. No falta ningún titular y el acto, así, se simplifica. Veo a Nena ya con su bolígrafo en ristre, dispuesta a llenar páginas y más páginas de nombres de votantes. Qué le vamos a hacer.
Presento mis credenciales en las cuatro mesas del colegio electoral. En alguna no saben qué es eso del apoderado de un partido. Una antigua alumna preside una de ellas. Me paro a preguntarle por su vida y sus quehaceres. Como casi todos, reside en Madrid, aunque siga censada en Béjar.
La sociología de los partidos se ve en cualquier momento y situación. Llevan los representantes un distintivo para identificarse. No haría mucha falta; no se despintan; y menos en una ciudad pequeña como esta. No se es lo mimo ni para la identificación personal. Algún otro exalumno anda por allí también, formando parte de alguna mesa o como representante de partido. No me parece que arranque la jornada con ningún signo de mal ambiente. Esto me gusta.
El pescado parece todo vendido desde hace días y entre los interventores del PSOE reina un claro grado de pesimismo en lo que a los resultados finales se refiere. Les recuerdo que es mejor tomárselo todo con calma y con deportividad, y que acaso es hora ya de pensar en rearmarse moral e ideológicamente. Porque las ideas y los principios siguen estando ahí.
Aprovecho para depositar mi voto. No soy el primero sino el segundo. El interventor del PP, cuando voy a recoger mi papeleta y entro en la cabina, me dice con guasa: “No hace falta que disimules, y, si lo haces, al menos corre la cortina”. Le correspondo con una sonrisa. Me gusta que esto se tome con serenidad y hasta con bromas.
Cuando compruebo que todo está formalizado, me marcho. Al salir, comento con dos interventores del PSOE que están a la puerta: “En mi urna hay dos votos: Hasta ahora creo que vamos empatados”. Comunico por teléfono la falta de incidencias y me voy a casa, que tengo que hacer muchas cosas.
17:00 H La normalidad sigue presidiendo todo el paso del día. Antes del mediodía me doy una vuelta por la sede del PSOE. Apenas tres personas por allí. Alguien me pide que eche una mano en una de los colegios de votaciones porque faltan interventores. ¿Qué le pasa a este partido en esta ciudad estrecha que no puede ni asignar un interventor en cada mesa? Qué mal presagio. Alguien se encarga de acudir al lugar: yo quiero volver a la sede que tengo asignada.
En contraste, hay toda una cuadrilla de apoderados-interventores (no sé cómo se las arreglan pero hacen a todo) de la derecha. Parece como si quisieran hacer un tour de force público y a la vista del electorado. Creo muy poco en la burocracia, pero habrá que reconocer que, en lo que a las formas se refiere, estos aderechados se lo curran muy bien. Ya me gustaría a mí verlos confrontando ideas. Pero hoy se trata de votos, no de ideas; lo otro hay que promoverlo en el resto del tiempo. Tengo para mí que, también desde la izquierda, esto se hace muy poco.
Las horas centrales pasan en calma chicha. Aprovecho para quedarme solo en el colegio electoral mientras se van a comer los interventores que, estos sí, tienen que pasar aquí todo el día y algunas horas de la noche. La participación, a eso de las tres de la tarde, ronda el 50%. No la considero baja. He tenido la impresión de que ha sido en las primeras horas cuando mayor afluencia se ha producido. Me parecía como si esta vez muchos tuvieran más ganas de votar y necesitaran ir cuanto antes a depositar su papeleta. En las circunstancias actuales, no me parece buen augurio.
Por lo demás, ver entrar a los electores e identificar hacia dónde se va a inclinar su papeleta resulta bastante sencillo. Un interventor del PP bromea conmigo y con los de su partido. Los tienen bien controlados a todos y no les fallan. Un votante lo saluda y le dice: “Ya he cumplido con mi obligación”. El susodicho le responde: “Así, así, que no falte ni uno”.
En las últimas horas se producirá otro apretón de votantes. Luego, el escrutinio. Y…
Juan Pablo se ha marchado a Salamanca. Estoy solo en casa. Nena sigue en la mesa del colegio electoral. Dentro de un rato me iré de nuevo y ya viviré el final de este apretón de votos que marcará el rumbo de esta comunidad por otros añitos. Veremos.
24,20 H PP 186; PSOE 110. Estoy cansado y no tengo ganas de consideraciones. Mañana será otro día.
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