Se adivinan la niebla, la alta espuma,
ya deshechas de toda consistencia,
atrapadas en medio de la hoguera
de ese vivir sin causa y sin reposo.
Se precipita todo lo pasado
en un desconcertante círculo vicioso,
nada sabe su ser, todo pregunta
por el oscuro fin de su viaje,
por el sentido de su afán sin tregua.
Esa hoja, que mira con desprecio
desde el desnudo altar de la enramada,
es simple espectadora de la vida,
del gozo de vivir dándose en agua
que corre sin parar hacia los mares,
donde aguarda el silencio y el olvido.
No la dejes correr, vive con ella,
despedázate en humus contra el agua,
fúndete en un abrazo, que en el cauce
todos vean tu gesto solidario
y que en el fondo oscuro de los mares
seas un despojo más, un resto ardiente
de una historia de amor
tejida y desgastada en el viaje.
Déjame que te aliente con el ánimo
de un grito juvenil:
“No la mires, únete;
no la mires, únete;
no la mires, únete.”
1 comentario:
Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:
Dejo un intento de haiku, para esa hoja-musa, de fotógrafo y poeta.
Tan oxidada
encontraste tu lugar
junto al agua.
Saludos.
Publicar un comentario