Se analiza del lirio la simiente
en un alto congreso de botánica.
De nombre Lilium cándicum,
familia de liliáceas. Sus rizomas
desarrollan bulbillos y estolones.
Caducas casi todas sus variables,
maduran sus semillas en buen tiempo,
según las latitudes.
En otra sección nueva,
se intercambian razones y motivos
para explicar las bajas y las alzas
en el proceso lento que exigen los mercados
a su transporte rápido y seguro.
Se presenta también una ponencia,
muy bien tipografiada y al amparo
de los últimos recursos tecnológicos,
que indaga en el empleo de los lirios
con fines terapéuticos,
y en usos literarios o sociales
de esta flor a lo largo de la historia.
Lo más in y atractivo en el congreso
es un último estudio que demuestra
que su polen encierra la semilla,
resumen concentrado de milenios.
A la hora del descanso,
los altos dignatarios del congreso
abandonan la sala muy solemnes.
En lo alto de la mesa, solitario,
hay un lirio que llora tiernamente,
su densidad abruma y sus colores
llaman en un arrullo a la belleza.
Llora el lirio en silencio,
por no sentirse al fin reconocido
y busca en su perfume al ser humano
para ofrecerle el rito
de arrebatarle el pálpito y dormirle
la voluntad de ser.
Será el momento exacto
para el conocimiento verdadero,
la prescripción del tiempo y del espacio,
el olvido de toda circunstancia,
la eternidad del lirio en un instante.
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