viernes, 22 de febrero de 2013

LA LENGUA VENENOSA


Las cosas no por obvias dejan de ser menos verdaderas, y recordarlas alguna vez debería removernos, agitarnos y quitarnos la modorra de encima. Una obviedad es que, después de la tempestad, vuelve la calma; o que después de la noche torna la mañana. Ya digo, obviedades.
Se lo decía a mi esposa hace un par de días, cuando veía a Rubalcaba dando réplica a la exposición del presidente del Gobierno en el llamado debate sobre el estado de la nación: “Veo a este hombre un poco más confuso que en otras ocasiones, lo noto un poquito menos ágil en su exposición y como si estuviera algo más inseguro”. Entre nosotros dos aquello no era algo importante, pero sí curioso: lo habíamos visto siempre como un parlamentario brillante y agudo, y, sobre todo, sabíamos que lo que realmente importaba e importa es si las ideas que defiende son mejores o peores para la sociedad. Le predije a mi esposa que los medios de derechas -vuelvo a decir que son prácticamente todos, y de estos son de extrema derecha casi todos- se le iban a echar encima como lobos.
Aquella misma noche y al día siguiente pude comprobar que, por desgracia, no me había equivocado. Pero me había quedado corto en la apreciación: no era como lobos sino como hienas o como cuervos sobre la carroña o la carne muerta. Vi a un presentador de telediario de TV 13, emisora de la iglesia católica, que ensartó sinónimos degradantes hasta que se quedó sin respiración. El pobre hombre no se ahogó de milagro. ¡Y todo en horario de información y en emisora de la iglesia! Después las televisiones, emisoras y periódicos competían en descalificar groseramente al jefe de la oposición.
Lo peor de todo, según entiendo, es que este es su método, esta es su manera de actuar y en ella se mueven como pez en el agua. Por ello, no debemos esperar otra forma. Su escala de valores es ganar o perder, triunfar o ser humillados, ser los jefes o no acordarse ni de dónde está la fábrica si no lo son. Su fundamento es enfrentarse para ganar, para mandar, para ser superiores a los demás, para humillar si se puede, para ganar a cualquier coste. Por eso los fines en ellos justifican los medios y los emplean en cualquier sentido con tal de que les favorezcan; por eso siguen hablando de competitividad en lugar de buscar la competencia; por eso desprecian las luchas de clases para quedarse ellos en la que disfruta de los beneficios; por eso maldicen a los que ponen de manifiesto las diferencias entre ricos y pobres con tal de que las riquezas estén a su nombre; por eso se burlan de los que diferencian derechas de izquierdas mientras ellos se afirman en la derecha más rancia; por eso se reúnen en los guetos de seguridad de chalets exclusivos y de cuentas bancarias mientras se aprovechan de los desahucios y de los negocios incalificables del ladrillo; por eso -esto es lo que más me duele a mí- se manifiestan con esas formas tan chulescas y perdonavidas; por eso…
Como si lo que se juzgara en aquel hemiciclo fuera un enfrentamiento pugilístico entre dos boxeadores más o menos noqueados y ellos fueran los ultras que jalearan cualquier puñetazo al hígado del contrario.
Este país no se merece ser golpeado de esa manera, no es la vaquilla de feria que corren los tontos del pueblo para darle bajonazos, ni la verbena de verano con dos terrazas, una para los que toman la bebida en la barra y otra en la que son los camareros los que llevan reverencialmente las bebidas hasta las mesas mientras los señoritos hacen sonar una escasa propina en la bandeja.
Las noches pasan y vuelven los días; el invierno se va y vuelven a zurear las palomas en lo alto de las ramas buscando el amor… La vida sigue, y, con ella, la cruda realidad de cada hora, las necesidades acuciantes, los lloros y las risas, las angustias y las satisfacciones, el trabajo que no llega y las facturas que no dejan de venir, el discurrir sin pausa de la vida.
A todos estos hooligans que los encierren y que les saquen tarjeta roja. O simplemente que los alfabeticen porque, si no, la convivencia se hace muy difícil. Ah, y que la iglesia vaya tomando nota y no se queje después de lo que le pasa y le seguirá pasando cada día más.
N.B. La reflexión se aplica con la misma base para los hinchas del otro fondo si el partido o la pelea cambian de rumbo. Creo que he dejado muestras de ello en esta misma ventana.

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