sábado, 23 de febrero de 2013

LA VUELTA DEL LABERINTO


LA VUELTA DEL LABERINTO
De aquellos laberintos que guardaban
el paso hasta el jardín definitivo,
hoy solo quedan huellas. Fue la noche
y la intensa zozobra la que hizo
que me sintiera escaso, mutilado,
pues ignoré la muerte y toda travesía
del cero al infinito rumiando
los pasos intermedios, tan sabrosos;
me volví indiferente ante mí mismo
y no supe cifrar los dulces límites
del reino del dolor. Mi corazón
no guardaba conciencia
de la moralidad de mis acciones.

Aquel amplio deseo del olvido,
del cese en el quedarse sin saberse
de toda ciencia humana trascendiendo
tantas veces buscado y avistado
hoy fueron mi redoble de conciencia,
mi empuje hacia el placer del pensamiento,
mi vuelta hasta el dominio de lo escaso,
de lo mortal, de todo lo impreciso,
de todo lo que duele y causa herida,
de ese río con aguas que acumula
lodo y tierra, placer de nieve y frío.

Hoy vivo en la omisión del laberinto,
en la amnesia de la escondida cueva
donde se pierde todo lo ganado,
en el sabor cambiante de lo mío,
en el caer y ver que estoy sin fuerzas,
mas puedo levantarme lentamente
y seguir poco a poco mi camino.
Mañana Dios dirá: será otro día.

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