HOY OLVIDÉ LAS RUTAS
Hoy licencié mis pasos y cultivé tus huellas,
la lentitud sabrosa de tus surcos,
la brisa y el placer de tus montañas.
Giré sobre mí mismo hasta olvidarme
y encontrarme de pronto por tus calles.
Tus labios en el frío de los míos
se hicieron blanda brasa y se acombaron
como un feliz paréntesis del agua.
Navegué por los mares de tu boca
y fueron las mareas un encuentro
de dos pasiones juntas, el banquete
de extraños navegantes solitarios
que, llevados de euforia, se devoran
en lenta ceremonia de autofagia
Mandé en expedición a mis diez dedos
por las ocultas caras de tu cuerpo,
resbalé por tu espalda,
rozando lentamente tus caderas,
y di la vuelta al templo,
y encontré los paréntesis del tacto,
y naufragué en el mar de los sargazos,
y realicé inmersión y me ganaron
las ansias de perderme
en aquel temporal tan agitado.
Y terminé a tus pies, desfallecido,
como quien ha hecho cumbre
y mira y se complace en el silencio,
después de darlo todo en la subida.
Hoy olvidé las rutas y eliminé los mapas,
esos que tantas horas me contemplan
hollando otros senderos
menos satisfactorios, menos ricos.
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