“Bárcenas en la cárcel”. “Navas lleva a España a la final”. “Obama: No voy a sacar los aviones para coger a un pirata de 29 años”. Son solo algunos titulares que recoge un periódico hoy mismo. Se trata del periódico que me parece menos malo, con muchísima diferencia con los demás medios de papel. Si tomara ejemplos de otros, sobre todo de aquellos que se dicen de investigación, esto se multiplicaría por mil.
Bien se advierte la tendencia a personalizarlo todo, a poner imagen individualizada a las noticias, de manera que parezca que todo depende de una sola decisión y que la comunidad no interesa. De ello no salen más que héroes y villanos, ganadores y perdedores, famosetes y paniaguados a los que se desprecia. Y, sobre todo, supone una reducción del asunto tan grande, que lo convierte en algo deslumbrante pero cegador de lo que realmente afecta a todo el mundo y a las causas que puedan haber provocado esa noticia. Las prisa de la vida y la velocidad con la que se superponen nuevos hechos hace que esas figuras dejen de interesar en cuanto aparecen otras nuevas que les quiten protagonismo, que provoquen más morbo y que sirvan al sistema de ventas con más fuerza.
Veamos las tres noticias tomadas al azar. ¿Realmente lo que más interesa es que un señor encanecido y con ínfulas de chulo puta vaya a la cárcel o que, tras todo ello se adivine una financiación irregular y prolongada en el tiempo varios años de un partido que hoy gobierna y que se nutre de las fortunas del país, tras las cuales andan los ricahones de turno, que son sus clientes naturales? ¿No es esta idea infinitamente más extensa porque nos afecta a todos y porque nos debería invitar a pensar quién es quién y en qué grupos sociales nos estamos moviendo, qué democracia es la que estamos alimentando y qué legalismos son los que nos echan por la cara cada día y cada hora?
Ayer vi el partido de la selección española de fútbol en ese campeonato llamado Copa de Confederaciones. Me gustó la lucha general más que la finura del fútbol desarrollado. Navas jugó solo la segunda parte, sus compañeros se dejaron la piel en el campo y todos terminaron extenuados: Seguramente más que él por haber corrido durante más minutos. ¿Cómo, entonces, se puede decir que Navas lleva a España a la final? ¿Pero este no es un deporte de conjunto? ¿Pero no se alaba sobre todo en nuestra selección la suma de ayudas en el desarrollo del juego? ¿Acaso solo es el gol lo que sirve? ¿Y todos los demás jugadores? Si fuera ellos, le diría al bueno de Navas que, en el próximo partido, corriera él solo y llevara el balón desde una portería hasta la otra sin ayuda de nadie.
Es verdad que el sistema de los Estados Unidos de Norteamérica es presidencialista, pero, de ahí a que el presidente haga personalmente lo que quiera, hay mucha diferencia. Se supone que, antes de mandar alguna operación a sus aviones, debería contar con sus asesores, calcular los pros y los contras, fijarse en los beneficiarios o perjudicados y solo después de todo decidir en un sentido o en otro.
Me resulta evidente que, en este sistema de vida, lo que importa es el escaparate, la apariencia, la individualidad, el héroe inventado, la pasarela, la ráfaga de luz, la exclusiva, el destello, la descarga eléctrica… Y, si puede ser, con cara individual. La colectividad no importa; solo es usada para que siga a ese héroe inventado y que tiene los días contados: los mismos que tarde en aparecer uno nuevo que cambie la ráfaga para seguir cegando la conciencia de cada persona como ser capaz de pensar y de convivir en igualdad de condiciones con los demás.
Y buena parte de la comunidad parece estar contenta con la ceguera y con el aspaviento; de hecho lo aplaude con las orejas, y lo hace tanto más cuanto más lo esquilma y lo entontece. Pues qué le vamos a hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario