miércoles, 7 de mayo de 2014

OTRO DÍA SE MECE ENTRE MIS MANOS

OTRO DÍA SE MECE ENTRE MIS MANOS

Solo la noche sabe
lo que ocultan las sombras de los sueños.
Y deja el despertar como un cansancio
de no se sabe qué. La sangre pesa
y pesa la conciencia despistada,
sedimento de ecos que se niegan
a perderse en la bruma y en la nada.

Pero la luz se ensalza, toma fuerza,
los músculos se encaran con las blancas
estampas inocentes de otro día.
Es otro nuevo plazo que se ofrece
para marcar de luz mi trayectoria,
para pedirme alegre que me ocupe
de lo más doloroso o placentero,
de todo lo que existe y me conforma.

El ayer es un poso y un recuerdo
que se va diluyendo como el frío,
y otro día se mece entre mis manos,
como pan que se amolda para el horno
y se quema gozoso y conmovido

      en las inciertas llamas del futuro.

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