LA (A)NORMALIDAD
Después de varios meses de
sequía, de pertinaz sequía, vuelve a llover un poco y las temperaturas se ponen
soportables.
Los más pequeños empiezan sus
clases y vuelven a los horarios repetidos, a los ciclos repetidos, a la escala
de valores repetida, a adiestrarse en las modas que les pide el común.
El alcalde de esta ciudad
estrecha saca pecho con el resumen de las fiestas que dicen que se han
celebrado estos días pasados. Procesión, toros, verbenas, Yola Berrocal y
Marianico el Corto como estrellas del cartel. Ah, además dice que es un hito
fundamental e histórico el hecho de que un toro haya sido indultado en la
corrida. ¡!Lo he leído yo, lo juro!! Tal vez haya sido por su esfuerzo y por su
trabajo.
El tejido comercial de Béjar se hace cada día
más estrecho y débil: se cierran tiendas y comercios de todo tipo.
Empieza la copa de Europa de fútbol.
A la senadora Rita Barberá la
procesa el Supremo. Es aquella del “caloret”, de la berza y de la estulticia. Y
es aquella a la que le dediqué un romance jocoso que publiqué en su día y que guardo
por ahí.
El ministro de economía miente y
miente sin que se le arrugue la mejilla y todos le aplauden con las orejas.
Las encuestas predicen un aumento
en votos para el PP en próximas elecciones.
En Galicia, el PP, con Feijóo al
frente, parece que tiene casi asegurada la mayoría absoluta.
Se comenta sotto voce que el PP
está encantado con que sigan apareciendo escándalos de corrupción: es la mejor
manera de asegurarse que el número de sus votantes aumentará sin parar. Incluso
alguien afirma que van a empezar a cometerlos con luz y taquígrafos para que no
haya duda de que los provocan y de que los autores son ellos.
El “asunto catalán” no decae y
nadie ve una salida razonable al mayor desafío de la historia de España en los últimos
siglos.
Yo veo, miro, observo, pienso y
ya casi ni me enfado.
Será que ha vuelto la
(a)normalidad.
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