Hoy me echaré a la calle a
respirar la lluvia, esa primera lluvia de tormenta después de tanto tiempo de
secano. Que llenen mis pulmones y mi cabeza esos sabores a tierra mojada tan
densos y sabrosos. De esa manera, además, podré lavarme de otros olores más
fétidos.
Hace no muchos días (no tengo la
fecha exacta a la vista) dejaba aquí mi opinión acerca de lo que debía hacer el
PSOE en el supuesto de una investidura de Rajoy, candidato del PP. Me decantaba
por la abstención sin nada a cambio, y proponía una lucha sin cuartel en
defensa de las ideas de izquierda en cada ley parlamentaria. También dejaba
claro que, después de tantos desaguisados de la derecha en los últimos años,
entendía que había también razones más que suficientes para negar cualquier
apoyo. Mañana se consumará la negativa del PSOE y será fallido el intento de
investidura del candidato de la derecha.
A día de hoy sigo teniendo la
misma disposición mental, pero no la misma disposición anímica.
He visto en televisión algunos
momentos (cortes) de la respuesta del candidato al secretario socialista. Y he
visto completa la intervención del portavoz del PP, señor Rafael Hernando. Y es
tal la suficiencia que muestran, los rasgos de desaire, las muecas de chulería,
los dejes de supremacía, las invectivas sin venir a cuento, las mentiras
encadenadas, el tono de grosería…, que entiendo que, aunque solo fuera por rechazo
personal, se hace casi imposible arrimar posturas y prestar ni un gramo de
confianza. En cuanto se les deja estirar la patita, les sale el tono propio de
los que se creen los dueños de la fábrica, los amos de la cuadrilla y los
matones del barrio. Qué asco.
Es verdad que a la política
conviene ir llorado y curado de espanto. También es verdad que, por encima de
formalismos, están los ciudadanos a los que hay que servir y en nombre de los
cuales se habla. Pero confieso que a mí estas posturas me superan y me alejan
de la consideración de las ideas, que es lo fundamental. ¿Cómo puede estar en
el Congreso un individuo como el tal Rafael Hernando? ¿Quién ha contenido los vómitos
para votar a ese ser? Ojo, y han sido
miles. Y además, de portavoz. ¿A qué vienen esos dejes de desprecio del señor
Rajoy hacia los adversarios, regodeándose en la pausa y en el aplauso de los
entregados? Por cierto, lingüísticamente, no son más que coletillas que indican
falta de vocabulario y pobreza léxica.
Para que la fiesta continúe, los
medios de comunicación analizan el discurso del candidato por su aburrimiento,
no por las ideas que propusiera ni por las aproximaciones mentales que hiciera
a los demás partidos. Todo es espectáculo y circo. Lo demás no interesa. Vaya
panda de travestidos de carnaval. Al fin y al cabo, como el resto de la vida:
una representación y un circo, una pasarela constante llena de luces que
deslumbran y no dejan reflexionar. A los medios eso les va muy bien: es su
espectáculo y son sus cuentas de resultados. Lo peor es que se presentan como
analistas cuando parecen floreros o diseñadores de moda. Vaya tropa.
¿Qué pasará después? No se ven
luces en el horizonte. Por desgracia, yo no atisbo solución por la otra banda,
por más que la desee. La cantidad de agentes y alguna llamada línea roja que no
tiene encaje legal lo dificultan demasiado.
Me voy a la calle. Acaso el olor
a suelo mojado me aclare un poco la sesera.
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