lunes, 24 de octubre de 2016

CARNE FRESCA


Ayer mismo terminaba el penúltimo episodio de la novela por entregas que nos está dando el PSOE con sus divisiones internas y su dilema a la hora de permitir que comience a gobernar el partido de la derecha. Nunca jamás se ha visualizado todo el proceso y la matanza del cerdo como en este caso; y ello con todas las ventajas y todos los inconvenientes. No alarmarse porque, aunque el espectáculo ha sido de primer nivel, en cualquier relación familiar, de pareja o de grupo puede pasar y pasa algo similar.
El asunto no es irrelevante porque, con independencia de la proximidad o lejanía ideológica que del mismo se tenga, ahora mismo representa la fuerza política de oposición y de contrapeso ante los representantes de un neoliberalismo que no parece conducir a nada bueno. Y no solo eso, también supone el contrapeso dentro de unos límites constitucionales que asientan las posibles leyes en un territorio común y ante un futuro similar a lo que se vislumbra en la vieja Europa. Y todo -es bueno repetirlo- con independencia de las simpatías o antipatías que despierte.
Escribí una entrada hace ya al menos un par de meses, antes de que ni siquiera se hubiera encendido esta enorme hoguera y ahora compruebo que lo que allí se decía se ha cumplido al pie de la letra. No creo que hubiera muchas más posibilidades políticas. Capítulo aparte es el de la destitución del secretario general del partido que más pareció propio de un comando mandado por Al Capone que una disputa democrática.
El PSOE, para mal de casi todos, no solo de sus afiliados, está como el cerdo después de ser chamuscado con los helechos, sajado al medio y con las tripas fuera. Solo un partido de tan larga tradición y tan larga historia podrá superar la situación. Pues la superará, aunque con muchas secuelas y no enseguida. No hace falta ser adivino para predecirlo. Por delante quedan actuaciones parlamentarias difíciles, navajazos y puñaladas traperas, congreso o apañado o muy movido, venganzas personales, espectáculos que poco interesan, salvo por su parte morbosa, a los no militantes…, y dejar correr el tiempo, ese médico formidable que todo lo cura o todo lo gangrena.
¿Y las ideas?, ¿dónde están las ideas?, ¿qué es eso de la socialdemocracia en el siglo veintiuno?, ¿cuál es la mejor forma de representación?, ¿qué pasa con las limitaciones de mandatos en todos los niveles?, ¿cuál es la parte de reparto social y la parte de impulso y de emprendimiento personal?, ¿en qué nivel ponemos las leyes en comparación con las necesidades perentorias?, ¿cómo se dinamizan lasa agrupaciones locales y sociales?... Esto y mucho más tal vez tendría que ser lo importante. Se nos va la fuerza en los formatos y no nos queda resuello ni tiempo para confrontar ideas. Tampoco creo que los medios sociales hagan mucho por ello: este apartado no les luce mucho ni en el morbo populachero ni en la cuenta de resultados.

Y así nos va.

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