Ayer mismo terminaba el penúltimo
episodio de la novela por entregas que nos está dando el PSOE con sus
divisiones internas y su dilema a la hora de permitir que comience a gobernar
el partido de la derecha. Nunca jamás se ha visualizado todo el proceso y la
matanza del cerdo como en este caso; y ello con todas las ventajas y todos los
inconvenientes. No alarmarse porque, aunque el espectáculo ha sido de primer
nivel, en cualquier relación familiar, de pareja o de grupo puede pasar y pasa
algo similar.
El asunto no es irrelevante
porque, con independencia de la proximidad o lejanía ideológica que del mismo
se tenga, ahora mismo representa la fuerza política de oposición y de contrapeso
ante los representantes de un neoliberalismo que no parece conducir a nada
bueno. Y no solo eso, también supone el contrapeso dentro de unos límites
constitucionales que asientan las posibles leyes en un territorio común y ante
un futuro similar a lo que se vislumbra en la vieja Europa. Y todo -es bueno
repetirlo- con independencia de las simpatías o antipatías que despierte.
Escribí una entrada hace ya al
menos un par de meses, antes de que ni siquiera se hubiera encendido esta
enorme hoguera y ahora compruebo que lo que allí se decía se ha cumplido al pie
de la letra. No creo que hubiera muchas más posibilidades políticas. Capítulo
aparte es el de la destitución del secretario general del partido que más
pareció propio de un comando mandado por Al Capone que una disputa democrática.
El PSOE, para mal de casi todos,
no solo de sus afiliados, está como el cerdo después de ser chamuscado con los
helechos, sajado al medio y con las tripas fuera. Solo un partido de tan larga
tradición y tan larga historia podrá superar la situación. Pues la superará,
aunque con muchas secuelas y no enseguida. No hace falta ser adivino para
predecirlo. Por delante quedan actuaciones parlamentarias difíciles, navajazos
y puñaladas traperas, congreso o apañado o muy movido, venganzas personales,
espectáculos que poco interesan, salvo por su parte morbosa, a los no
militantes…, y dejar correr el tiempo, ese médico formidable que todo lo cura o
todo lo gangrena.
¿Y las ideas?, ¿dónde están las
ideas?, ¿qué es eso de la socialdemocracia en el siglo veintiuno?, ¿cuál es la
mejor forma de representación?, ¿qué pasa con las limitaciones de mandatos en
todos los niveles?, ¿cuál es la parte de reparto social y la parte de impulso y
de emprendimiento personal?, ¿en qué nivel ponemos las leyes en comparación con
las necesidades perentorias?, ¿cómo se dinamizan lasa agrupaciones locales y
sociales?... Esto y mucho más tal vez tendría que ser lo importante. Se nos va
la fuerza en los formatos y no nos queda resuello ni tiempo para confrontar
ideas. Tampoco creo que los medios sociales hagan mucho por ello: este apartado
no les luce mucho ni en el morbo populachero ni en la cuenta de resultados.
Y así nos va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario