ESE CUENCO VACÍO QUE ES LA VIDA
La noche que no sabe la existencia
del alba,
pero el día que da luz a las
sombras;
el pozo sin salida, tenebroso,
pero el verdín que crece en sus
paredes;
el vacío del cielo cada tarde,
y el canto de la tórtola en la
altura;
la lóbrega oquedad que hay en la
gruta,
pero el eco del vuelo del
murciélago;
el silencio del mundo en sus
ideas,
pero el grito febril de su
conciencia;
el tiempo y el espacio como huida
de todos los conceptos sin
sentido…
La vida es el gran cuenco, el
recipiente
que se nos da vacío,
como el inmenso mar
que aguarda la llegada de las
aguas
para darle sentido a sus arenas;
es la esencia que anhela la
existencia
del ser, que se condena a ser la
vida
mientras vive y existe, y, a la
postre,
cuando muere y retorna hacia el olvido.
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