lunes, 10 de octubre de 2016

LAS LÓGICAS


La realidad lo abarca todo. También en el pensar. Por eso, cualquier punto de vista y cualquier opinión forman parte de la realidad. Nadie tiene que extrañarse de que se expresen opiniones que parecen fuera de la lógica. ¿De qué lógica? ¿De la nuestra?
Supongamos dos opiniones muy distanciadas acerca de la conveniencia o inconveniencia de matar moscas con el rabo. Parece que muchos convendrían en el disparate de aceptar la conveniencia. ¿Todos? Resulta que nos sale uno respondón y defiende la conveniencia de tal actividad. ¿Por qué lo condenamos como si de un chiflado se tratara? Ojo, lo hacemos desde nuestra lógica. ¿Y la suya? Recuérdese que los argumentos de nuestra lógica solo pueden probar nuestra tesis; los suyos, la suya. Desde nuestra lógica, las puertas del convencimiento están vedadas. Solo nos queda la posibilidad de hacerle cambiar de lógica. Pero, para ello, hemos de probar, a nuestra vez, que nuestra lógica también puede ser cambiada.
¿Adónde nos lleva esta simple consideración? ¿Acaso a la imposibilidad del intercambio de opiniones y, sobre todo, a la incomunicación y a la nulidad de todos los intentos para modificar la opinión y la actuación del otro? ¿A permitir como válidas todas las opiniones? ¿A respetarlas incluso?
¡Hasta ahí podíamos llegar! A pesar de todas las lógicas y opiniones, matar moscas con el rabo es sencillamente una imbecilidad, y la imbecilidad es cualidad, siquiera sea momentánea, de los imbéciles. En cuanto el imbécil encuentra báculo mental, deja de ser imbécil y olvida el empeño de matar moscas con el rabo. ¿Se opone, por tanto, la realidad a la lógica? ¿Son complementarias o se excluyen? También tendría guasa que, a cambio del respeto de opiniones, anuláramos el progreso y llegáramos, por el camino del absurdo, a la paralización de todo.
Cuidado, sin embargo, con los excesos por el camino contrario, no vaya a ser que, por el imperio de la lógica matemos las ramas del árbol, tan diversas unas de otras, y asentemos el imperativo de una lógica rígida y cerrada, propia de modelos de convivencia de ordeno y mando.

Asunto para meditar.

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