AL MISMO TIEMPO
Terminaron por irse hacia la tarde
con paso desigual y a una distancia
que apenas permitía distinguir
si andaban enfadados todo el tiempo
o si serían capaces de bastarse
el uno sin el otro algún instante.
Ella habló desde el fondo de un
asiento.
Él bajó lentamente la cabeza
pues no hallaba dulzura en sus
palabras.
Lo mismo sucedía en el momento
en el que él respondió: su
acompañante
se escondió en el silencio y el
olvido.
Semejaban dos voces que predican
en el medio de todos los desiertos.
Después de un merecido desahogo,
se miraron por fin frente por frente,
sin bajar la mirada, mucho tiempo.
Los dos reconocieron en voz baja
que tal vez para siempre sus palabras
tendrían tonos y acentos diferentes.
Pero, a pesar de todo, irían al
parque
sin querer ignorarse ni negarse,
dejando que la vida los llevase
con la distancia corta y el mandato
que dicta a su manera la costumbre,
Quererse y olvidarse al mismo tiempo.
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