Abro la prensa y me doy de bruces con
el chiste diario de Forges. Reconozco que es mi debilidad por esa mezcla de
apariencia de no decir nada y de decir casi todo a la vez. Hoy dibuja un
votante que viene al juzgado a acusarse “de haberles votado”. La imagen hace
referencia, claro, al incontable número de casos de corrupción que acosan al
PP, pero, como siempre, si alzamos la vista al horizonte, la podemos aplicar a
cualquier otro caso y en cualquier otra ocasión.
¿Son los votantes los culpables de la
corrupción? No parece que, a primera vista, se pueda defender tal afirmación.
Yo no lo haré. La corrupción la cometen los corruptos: los que corrompen y los
que se dejan corromper.
Pero todo se produce en un ambiente, en un contexto y en unas coordenadas sociales e ideológicas que, si las analizamos despacio, tal vez deduzcamos que favorecen o dificultan esa corrupción. A mí, como supongo que le sucederá a muchos ciudadanos -ya no me atrevo a decir a cuántos: desde luego, no a todos-, me repugna levantarme un día sí y otro también con noticias que hablan de más y más casos de ilegalidades y de inmoralidades, de desvíos de dinero público y de personas que se forran sin pudor con él.
Pero todo se produce en un ambiente, en un contexto y en unas coordenadas sociales e ideológicas que, si las analizamos despacio, tal vez deduzcamos que favorecen o dificultan esa corrupción. A mí, como supongo que le sucederá a muchos ciudadanos -ya no me atrevo a decir a cuántos: desde luego, no a todos-, me repugna levantarme un día sí y otro también con noticias que hablan de más y más casos de ilegalidades y de inmoralidades, de desvíos de dinero público y de personas que se forran sin pudor con él.
Se suele afirmar sin recato que
siempre se producirán hechos delictivos, pero que lo más importante es saber
atajarlos y castigarlos judicial y penalmente. Mucho habría que precisar acerca
de la justicia y de los poderes que tratan de agarrarla por sus partes para que
juzgue de una manera o de otra, pero sea y dejémoslo estar.
Me parece que a este tajo le falta al
menos una pata; y, sin ella, se cae sin remedio y nos lleva a nosotros al
suelo. ¿Quién analiza las circunstancias en las que se producen tales hechos
delictivos? Porque no es un mal razonamiento el que relaciona causas con
consecuencias y el que acude a la raíz para regar o para cortar el árbol. Si
propiciamos luz, calor y agua, las rosas están abonadas a florecer y a
perfumarnos; si, por el contrario, ni abonamos ni aportamos luz, calor y agua,
no podemos esperar que el rosal florezca. De manera que está bien castigar -siempre,
por cierto, en busca de la rehabilitación y no de la venganza, que, sin ese fin,
las cárceles no son más que un pudridero y una escuela sofisticada de
delincuencia- pero mucho mejor será invertir pensamiento y esfuerzo en analizar
cuáles son los ambientes más o menos propicios para que esta basura fermente y
nos llene de olor a todos.
Y ahí podemos quedar todos
retratados. Qué le vamos a hacer. Habrá que pechar con las consecuencias y con
las vergüenzas correspondientes.
¿Abrimos el debate? Un par de
sugerencias para abrir boca: a) ¿En qué medida favorecen estas cosas el hecho
de que los cargos se alarguen demasiado en el tiempo? ¿No será bueno
delimitarlos todos? b) ¿Una ideología (es un decir) que propicie el beneficio
personal y el enriquecimiento como signo de victoria y de triunfo social no está
empujando a buscar recovecos por los que filtrar nuestros intereses y
olvidarnos de los de los demás? Hay ideologías (es un decir) que se basan en
este principio. ¿Cuáles? Ustedes dirán.
Tal vez convenga recordar el antiguo
dicho que afirmaba: “De aquellos polvos proceden estos
lodos”. Uno tiende a pensar que, cuando un votante introduce una papeleta en la
urna, no quiere favorecer tanto desmán. Pero es que son tantos y tan repetidos…;
se vienen produciendo durante tanto tiempo… Y no se ven resultados negativos en
las urnas; más bien termina uno teniendo la impresión de que al personal le va
la marcha, y de que el robo continuo produciría mayoría absoluta.
No estoy seguro de que los juzgados
estén llenos de arrepentidos “de haberles votado”.
Podríamos ir todos un ratito al rincón
de pensar. O a la tribuna pública y al intercambio de ideas. ¿Por qué algunos
lo rehúyen tanto?
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