CONTEMPLANDO UNA FLOR TIERNA
Nunca miente la flor. Cuando la
lluvia
atempera los suelos y, a su lado,
viene a posarse el sol, se reconoce,
vuelve a tomar memoria de sí misma
y se enciende y se eleva
vestida del color que la ilumina.
Solo es resurrección, renacimiento,
ternura, suavidad, delicadeza,
ejecución feliz de oculta norma
velada, que la tierra
guardaba entre los líquenes dormida.
Ese milagro es único, es el baile
de todos los milagros en la fiesta
de cada primavera.
Quisiera yo sonar como ella suena,
vestir como ella viste y levantarme
para ser solo canto, luz, contento,
hasta el último aliento del otoño.
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