Refiero aquí un cuento anónimo que
tal vez insufle un poco de ánimo a todos aquellos que trabajan a contracorriente,
fuera del sistema establecido y de la escala de valores que más se aplaude.
“En un pueblo muy pequeño vivía un
campesino que labraba sus pocas tierras y sobrevivía humildemente. Un buen día,
cuando iba hacia esos campos, el burro tropezó y cayó en un pozo. Desde el
fondo del pozo, el animal rebuznó insistentemente pidiendo ayuda. El campesino
no sabía qué hacer para sacar a su burro del pozo. Después de un rato dándole
vueltas al caso, pensó que el burro ya estaba viejo y que moriría pronto;
además, el pozo estaba seco y lo mejor era taparlo, por lo que no merecía la
pena sacar al burro.
Lo que hizo fue llamar a sus vecinos
precisamente para que le ayudaran a tapar el pozo. Todos cogieron sus palas y
empezaron a tirar tierra con el fin de cegar el hoyo. Desde el fondo, el burro
rebuznaba desconsoladamente pues veía cómo terminaban sus días. Los vecinos
siguieron con su trabajo de echar paladas de tierra en el pozo.
Al poco rato, el burro dejó de
rebuznar y todo quedó en silencio. El campesino creyó que el burro habría
muerto entre la tierra arrojada. Miró desde el brocal al pozo y quedó sorprendido
de lo que vio. El burro había aprendido a resistir y cada vez se hallaba más
cerca de la superficie. Cada palada que caía en sus espaldas era sacudida para
que cayera a los pies. De esa manera, con cada palada que echaban los vecinos,
el burro subía un poco más hacia la superficie. Hasta que fue asomando las
orejas, después la cabeza, el cuerpo y las patas.
Cuando superó el nivel de la
superficie del pozo, el burro echó una mirada circular, lenta y despectiva hacia
todos los que allí estaban y ensayó un alegre trote por el campo, hasta
perderse de vista de todos”.
La interpretación y la enseñanza debe
ser cosa de cada uno y, como la autoría, hay que dejarlas en el anonimato. Lo
que no hay que ocultar es la aplicación de esa enseñanza. Porque este mundo
necesita caracteres fuertes y gentes con esperanza y deseos de mejorarlo. A
pesar de todos los pesares.
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