A veces parezco el baúl de las causas
perdidas o el cajón de sastre (o
desastre) donde cabe todo y del que tiro y sale una ristra de pequeñas prendas
guardadas no se sabe por qué. Algunas se me repiten y no me dejan tranquilo, me
hacen revisarlas y me saludan como si fueran viejas amigas que vuelven a darme
la murga.
Hoy se me ha aparecido una de mi
devoción. Se trata de esa expresión que arrasa ya con todo y que ha venido a
ocupar espacios que, a mi parecer, no le corresponden: “El que fuera…”. El que
fuera ministro con Suárez; el que fuera embajador en China; el que fuera
periodista de ABC; el que fuera…
La Nueva gramática de la lengua española, en su sección 24.1.2c, p.
458 y anteriores, nos ofrece alguna pista acerca de los valores de esta forma
del imperfecto de subjuntivo y de sus correspondencias con tiempos del indicativo,
aunque creo que algo más claro se podía haber expresado. A esas páginas remito
en general.
De nuevo lo obvio: la lengua es un
ser vivo que se renueva continuamente, que tiene como primer objetivo la
comunicación a cualquier precio, que tiene como segundo precepto el de la economía,
etc. Todo lo damos por sabido y lo firmamos.
Se trata de algo más sencillo; el
asunto es que los cambios sean reglados y no impulsados por quienes actúan al
reclamo del primer sonido que oigan o según la dirección del viento que les sea
más favorable. En este caso, con perdón, estoy mirando y señalando directamente
a muchos periodistas.
En términos gruesos y reducidos, el
indicativo es el modo verbal de la certeza en la cabeza del hablante, y el
subjuntivo es el territorio de la duda y de la subordinación a otras formas
verbales principales. Si Solchaga fue ministro con Felipe González, por
ejemplo, ¿dónde está la duda?, ¿es que no hay certeza de ello? ¿Por qué
entonces “el que fuera ministro…” y no “el que fue”? ¿Pero a quién le queda
duda de ello? Y ahora nadie está juzgando la utilidad mayor o menor de su
ministerio. Así que, cuando haya certeza, “el que fue jugador de tal equipo”, “el
que fue cantante de tal grupo”, “el que enseñó en tal centro”. ¿Está claro?
Bien sé que el subjuntivo plantea
dificultades con frecuencia. No las aumentemos nosotros. Entre otras cosas
porque vamos a tener que volver al formulario verbal del subjuntivo, y muchas
personas no dominan ni el indicativo. Los periodistas sabrán qué quieren hacer
con todos nosotros, pues en sus manos estamos. Lo malo es que lo oímos a gentes
de todo color y preparación. Ayer mismo encontraba este uso extraño en un
profesor universitario. Cachis.
No quiero ser purista de nada, creo
que la vida y la verdad están llenas de aristas y de tonos grises, ya he dicho
que la lengua es un sistema vivo y en continuo cambio… Pero no hagamos las
cosas más difíciles de lo que son. Hagamos una vida sencilla y defendamos un
sistema lingüístico también sencillo para su interpretación y traslado a los
demás. Seguro que, así, la comunicación resultará más sencilla y la convivencia
algo más soportable.
Venga, vamos.
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