En un breve poema, Mario Benedetti
escribía metafóricamente una “Carta a un joven poeta”. En ella esencialmente
constataba tres cosas. La primera que existían los jóvenes poetas; la segunda
que esa existencia certificaba la existencia anterior de los viejos poetas; la
tercera que sería mucho peor que los jóvenes poetas se sintieran huérfanos.
La insistencia en matar al padre es
constante en la renovación del arte, pero lo es también en todos los aspectos
de la vida. Parece que todos tenemos la obligación de descubrir nuestro propio
mediterráneo y de sentir orgullo por ello. No sé cuánto hay de exigencia
biológica, de prurito cultural o de pose social en todo ese asunto.
Yo mantengo mis dudas al respecto. Sé
que el mundo está hecho para ser violado y gozado con intensidad, sé que hay
infinitas maneras de hacerlo y que ninguna es mejor que la que responsablemente
se elige, y sé también que la peor manera de hacerlo es precisamente no
intentarlo. Pero sé también que nada se explica si no es en su contexto, que yo
soy solo un eslabón de una cadena y que, como decía Ángel González, “yo no soy
más que el resultado, el fruto, / lo que queda, podrido, entre los restos; /
esto que veis aquí, / tan solo esto: /un escombro tenaz, que se resiste / a su
ruina, que lucha contra el viento, / que avanza por caminos que no llevan / a
ningún sitio. El éxito / de todos los fracasos. La enloquecida / fuerza del
desaliento”. (La cita debía ser más corta, pero… ¡me gusta tanto…!).
Pensaba en aplicar la consideración a
lo sucedido en el congreso del PSOE este fin de semana; lo pensaba también para
la propia creación, sea poética o de cualquier tipo; lo pensaba para lo que
llamamos las distintas generaciones; lo pensaba para las familias; lo pensaba para
los grupos de alumnos que terminan cursos y ciclos de formación; lo pensaba
para las relaciones y consideraciones que esta sociedad tiene para con los más
pequeños y para con los más ancianos; lo pensaba para las relaciones que se
completan y se pierden; lo pensaba… Y me perdía en la aplicación porque se me
llenaba la cabeza de dudas y de elementos que se cruzaban y se cruzan en mi
mente hasta crear una red de relaciones en las que la sinapsis unas veces
aprieta y otras afloja hasta dejar a cada elemento casi solitario y a la
intemperie.
A ver si bajaran la asfixia y el
calor y entonces…
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