PAISAJE FEMENINO
Se echó a la calle con el sueño puesto,
el peso de la ausencia, el desamor,
y el muro que formaron esas sábanas
de otra noche sin restos de calor.
El paisaje pintaba en la ladera
bocetos de mujer. Veía dos
oteros, como pechos centinelas
en vértice volcánico hacia el sol.
Lo densos matorrales y matojos
peinaban una cálida expresión.
El valle, con su fuente, era una boca
sangrando sus aromas de licor
y rumores de voces que eran ecos
lejanos de palabras de otra voz.
Era también la tierra rica en
musgo,
cual rizo que en el pubis se plantó.
Las rocas en hilera dibujaban
piernas y brazos desafiando al sol.
Miró sus senos, se durmió en el musgo.
Sereno, de su sueño despertó
gozando la fortuna de los montes.
Con lágrimas su canto agradeció.
Desde lo alto más claro de una loma,
entera la ladera contempló
y quiso ser gozoso caminante
por rutas de placer y de ilusión.
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