RETORNO
Vuelvo del sur con las pupilas llenas
del agua que ensayaba olas y espumas
dejándose arrullar por las arenas,
del agua que ensayaba olas y espumas
dejándose arrullar por las arenas,
en un eterno y dulce balanceo;
del mar donde los ríos, ya cansados
del arte de la vida, se remansan,
se entregan sin reservas al misterio
de las aguas del mar y del océano.
En ese lugar límite de la tierra y el agua,
la gente se descubre entre dos mundos
a los que pertenece, sin conciencia
de que todo es al fin la misma cosa.
Las mareas se mecen y se acunan
como dando a entender que la armonía
es dulce movimiento, es el acuerdo
entre todo lo que es el universo.
A su lado sentí que todo es ciclo,
que las cosas suceden simplemente
y yo soy uno más en el encaje
de esa extraña dinámica celeste.
Hoy vuelvo a las alturas, a las sierras,
donde los cielos son de azul purísimo
y las montañas guardan en su entraña
las gotas que suspiran por los mares.
Aquí he de estar mirando cómo el tiempo
ordena y desordena la rutina
en un caos que permite que las cosas
sucedan, se produzcan, pasen, mueran.
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