El
transcurrir vital le deja a uno con tiempo para husmear por ahí, en busca de
ideas que den algo de luz a este confuso camino en el que todos y cada uno andamos
metidos. En esa búsqueda se halla uno con soluciones de todo tipo. Las hay
sencillas, las hay complejas, algunas contrastan con las propias hasta dejarte
pasmado o enfadado, otras te animan el día y te recuerdan que hay alguien por
ahí que parece coincidir, al menos un poco, con lo que tú piensas… En fin, hay
de todo, como en botica.
Esta
mañana me he topado con un breve comentario que aspira a solucionar la
situación embarrada en la que España (o eso que llamamos España) se encuentra.
Literalmente propone lo siguiente para su arreglo
La estrategia del apaciguamiento ha fracasado
y los pactos de silencio han sido destapados. Resolver la crisis territorial
pasa por 4 medidas:
1. Abolición de los privilegios forales
2. Recuperación por el Estado de las
competencias en educación y sanidad
3. Disolución de las policías autonómicas
4. Proclamación de una REPÚBLICA social,
laica y UNITARIA
A la solución se llegará caminando en el
sentido opuesto al que nos ha llevado al problema.
Hala,
y se queda tan pancho.
Pero
esta puede que sea solo la primera impresión, esa que sacraliza que se intenta
arreglar algo complejo con soluciones simples y engañosas. Tal vez tomarse un
rato de reposo y de tranquilidad no vendrá mal. Después, con calma, se puede
volver al cuadro y mirarlo para imaginarlo cumplido. Qué vuelta de tuerca, qué
cambio de tiempo, qué sustitución de piel, qué nuevo ser.
Tal
vez aquí también se cumpla la advertencia de que se arregla algo complejo con
un esquema muy elemental. Seguramente se le olvida al milagrero que hay que
contar con las personas afectadas para que la solución sea duradera y admitida
por todos en sus contenidos mínimos.
Todo
eso puede que sea verdad, pero supongo que se podría también defender que el
esquema se puede proponer para la discusión.
Me
temo que los anatemas saltarían como las chispas del fuego. No estamos en
fechas en las que ciertas propuestas se puedan realizar, ni siquiera como
propuestas para ser analizadas.
Mala
cosa.
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