Si se
defendía aquí mismo hace tan solo unos días que no es bueno rechazar por
prejuicios y de manera absoluta, y esto se aplicaba a las formaciones políticas,
en concreto a VOX, no estaría de más apuntar alguna nota que dé indicios de por
dónde han surgido los votos de esta formación que tanto asusta, tal vez con razón.
Se decía
aquí que sus votantes son personas como las demás: comen, duermen, tienen
necesidades, pasan los días y los meses de muchas maneras… Como los demás hijos
de vecino.
Con unos
días de perspectiva, ya se conocen y están delimitados los lugares, las
ciudades y los barrios en los que esta formación obtuvo un aumento notable de
votos. Y de su análisis, se concluyen varias consecuencias. Porque los datos
hay que describirlos y solo después tratar de explicarlos. La descripción nos
evidencia que VOX gana en el barrio de Salamanca de Madrid y también aumenta
espectacularmente en algunos barrios obreros de la periferia de la capital. Las
muestras de otros lugares no difieren demasiado de las de este que nos sirve de
ejemplo.
Las
causas son siempre múltiples (como los son las consecuencias), y solo nos cabe
saber jerarquizarlas y al menos examinar las principales para llegar a alguna aproximación
a la verdad, que es lo único a lo que podemos aspirar.
¿Qué
tienen en común algunos obreros del cinturón de Madrid con los acomodados de su
barrio más rico? Aparentemente poco. Y, sin embargo, ahí están los resultados. Habrá
que darle al cedazo para separar el polvo de la paja y para que nos quede el
panorama algo menos confuso.
Sigo
pensando, para mi desgracia, si es que estoy en lo cierto -cómo me gustaría
equivocarme-, que, en términos generales, la derecha anda difusa en eso de los
principios éticos -aunque posea acendrados principios religiosos-, pero que
posee objetivos muy bien marcados: el poder y el dinero. Véase cómo los
comportamientos políticos para formar mayorías sortean las dificultades con
rapidez y casi sin escrúpulos. También en términos generales, la izquierda, en
cambio, posee principios éticos, pero objetivos algo más confusos y diluidos.
Aplíquese
esta consideración a elementos como violencia de género o cambio climático, por
ejemplo, y veremos qué resulta. No parece que, en términos teóricos, se pueda
discutir la importancia de estos dos elementos que se han propuesto para la
consideración. Pero, ¿hasta qué punto acucia esto a gentes que no llegan a fin
de mes o a aquellas que se pueden esconder en sus mansiones o hacer escapaditas
a la sierra?
Me sigue
pareciendo que, por debajo de todo ello, sigue existiendo un magma que calienta
el ambiente y hace explotar los sentimientos en cualquier clase social. Se
trata -vuelvo a decirlo- del asunto territorial. Unos alimentan a otros y los
otros alimentan a los unos: los resultados de los independentistas y los de VOX
están a la vista.
Contra
todo esto no existen fórmulas mágicas, sino solo aproximaciones y limaduras
constantes que tienen que ver con la información y con la formación de las
personas. Pero no solo con ello, sino también con la aproximación en
condiciones de vida de todos los miembros de la comunidad. Cualquier paso hacia
la igualdad es una autopista que se abre hacia la convivencia y hacia el
sentimiento de bienestar.
Y una
consideración descorazonadora: la gente no tiene mucho interés en estar informada -cuesta esfuerzo y
supone curiosidad-, sino que quiere sentirse
informada, que le den las verdades mascadas y sencillitas, soluciones sencillas
a realidades confusas. Si se les invita a activarse y a que hagan cosas, se
corre el peligro de que se alejen y de que rechacen al que esto les propone. Si,
en cambio, lo que se les propone es lo que tienen que sentir, en vez de
analizar y actuar, el éxito fácil andará llamando a la puerta. Eso sí, menos
mal que este éxito es efímero y de paja y, al día siguiente, la propuesta de
sentimiento puede cambiar de acera, Y con ella, la manada que la sigue sin análisis
y sin participación activa.
Ya se ve
que hay mucho en lo que pensar y mucho en lo que actuar. Sin rechazos
absolutos, con análisis y perspectivas realistas. Cada uno verá. Y ahora ya, a
mirar al futuro, que hay mucho que hacer y que mejorar.
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