Ya nos salió un Beethoven graciosillo
en eso de tocar los instrumentos:
se sirvió del tachán en cada verso
y se sintió en orquesta y con platillos.
Debió de tocar mucho el caramillo,
el contrabajo, el bombo, el violonchelo,
almirez, redoblante o sonajero,
guitarra, clarinete o los nudillos.
La música no me hace en esta tarde
porque hay malas noticas a la vista,
el asunto social está que arde
y yo no danzo así en ninguna pista.
Este fin de semana debo darle
descanso de instrumentos al artista.
Pero no lo aseguro pues mañana
sospecho que no tengo que hacer nada.
2 comentarios:
¿Podré gozar un día de tu olvido
y deleitarme con la paz del sueño?
¿Me dejarás gustar de lo vivido,
lejos del mundo etéreo y del ensueño?
¿Amanecerá el día en que, vencido
por mi inutilidad, ceje tu empeño,
después de comprender que he asumido
la hermosa realidad de que soy dueño?
Me he tomado el combate como un juego
Y hemos jugado en buena lid, sin duda,
Es tiempo ya que vuelvas a tu meta.
Pero, antes de marcharme, más te ruego:
Que recibas mil gracias, por la ayuda,
De un versificador, que no un poeta.
Primer estrambote:
Hoy, por tanto, declaro vencedores,
Pues ha llegado el fin de la partida,
A la totalidad de tus lectores.
Estrambote final, con timbales, bombos y trombones:
No me vengas tocando las narices:
no voy a responder a la rechifla,
pues me tienen mermado las varices.
Antonio Merino.
Me vienen los recuerdos a la mente
de mi escuela, cuando era escolarillo:
cada alumno, infeliz, cual corderillo,
bajada la cerviz, el alma ausente,
las orejas frías, el pie candente
casi, al vivo calor del braserillo,
a lo lejos oía el estribillo
que el maestro entonaba indiferente.
Un colegial atento se mostraba,
ducho en andar aquellos vericuetos:
¡en metros al maestro contestaba!
Pasmados los demás, turbados, quietos,
oíamos el verso que saltaba
entre alumno y mentor, hecho sonetos.
Publicar un comentario