El tiempo va aumentando el equipaje
de los que van camino de la muerte
y no sé si es desgracia o buena suerte
hacer son disimulo ese viaje.
Si la última estación nos encontrase
comprando alegremente los billetes
o destilando un beso que refleje
la rebelión de un ánimo constante.
Es la muerte una sombra que conoce
la flaqueza y la luz de cada uno,
la sorpresa que aguarda tras la risa.
Cuando la piel observe que no hay roce
que rescate el calor del plenilunio,
será señal certera de su cita.
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