sábado, 24 de marzo de 2012

ESTA CIUDAD QUE HABITO


Me siento a dibujar en mi memoria
los trazos que se van haciendo ciertos
de esta ciudad estrecha y tan pequeña,
subida sobre el lomo de este cerro
oblongo y desgastado por el tiempo,
que se mira el ombligo y se adormece
soñando en un pasado menos cierto
de lo que le predica un subconsciente
amasado a la luz de las estrellas:
es tan fácil mirar hacia los valles
cuando se vive cerca de los cerros…

Las conquistas soñadas, imposibles,
contrarias a la lógica más simple,
las vírgenes, las gestas, siempre ocultas,
siempre para la voz del iniciado,
nunca para el sentido más sencillo;
la historia circunscrita a los afanes
de un río que se agota en mil oficios
y las manos de todos los que en ellos
fueron dejando huella de su paso.

Lo demás, nieve y suelo, fantasía,
lujuria de un paisaje que me habita,
calles estrechas, río, fuentes, paños,
bares, paseos, comercios en silencio,
y gentes que me rozan y que acaso
ni siquiera preguntan por mi nombre.

Viviendo este paisaje, consumiendo
lentamente las horas y los días,
me voy haciendo viejo simplemente.

1 comentario:

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor G.Turrión:

Si leyendo este poema y con las fotografías de Manuel Casadiego no conseguimos conocer su ciudad, su paisaje y hasta lo que piensan y cómo y por qué son como son sus gentes, es que no sabemos leer, ni ver, aunque miremos. ¿O es mirar aunque veamos?.

(Como Manuel Casadiego no tiene abiertos los comentarios, desde aquí un abrazo para los dos. A un tiempo).
Quiero decir, que se convierta en un abrazo a tres.