Me invitaron mis antiguos compañeros de enseñanza a asistir a una conferencia que iba a pronunciar Juan Antonio González Iglesias, profesor de la Universidad de Salamanca, con este título: “Del carpe diem a la coca-cola”. Y allá que me fui.
Hacía tiempo que no los veía y que no me acercaba al lugar que ha sido mi cobijo en la educación durante casi toda mi vida. A Juan Antonio González Iglesias lo conozco como poeta y me parece que es un muy buen poeta. No sabía qué giro le iba a dar al contenido de su intervención, aunque el título ya daba pistas.
Y fue un repaso del tópico clásico del carpe diem horaciano, que procede del pensamiento griego de Epicuro y que recorre como tópico todo el pensamiento occidental y hasta humano.
Carpe diem; Collige, virgo, rosas; Ubi sunt; los clásicos renacentistas; el Barroco; los poetas modernos; las diversas manifestaciones publicitarias que tienen como eje este principio.
Como buen conocedor del mundo clásico, se detuvo en los ejemplos griegos y romanos y, para contraste, en un anuncio célebre de coca-cola.
A casi todos los profesores universitarios -se lo tienen que hacer mirar o me lo tengo que hacer mirar- les noto un tic profesoral que acentúa el apartado de documentación y que vacía, más de lo que a mí me gusta, el aspecto de consecuencias actuales. Será la estructura. O será que yo no pongo mis mejores ojos. Por lo demás, me parece que la altura y el dominio fueron notables.
En sus diversas variantes, este tópico del carpe diem se ha convertido en clásico entre los clásicos y da para cualquier comentario y nivel del mismo.
A mí, por ejemplo, me parece un tópico muy negativo, en contra de lo que suele defender la gente. Primero habría que definir con precisión el significado tanto de carpe como de diem; solo entonces estaríamos en condiciones de opinar con fundamento. En segundo lugar porque, sea cual sea el significado último que otorguemos al tópico, implica seleccionar y eliminar todo el resto de posibilidades que no se hayan elegido para vivir o gozar el momento o el día. En tercer lugar porque creo que su afirmación procede de un fracaso: el de reconocer nuestras limitaciones para llegar más allá de nuestra propia vida realizada en un tiempo y en un espacio tan corto como nuestra vida. Y así muchas más consideraciones. Tampoco sería de las menos importantes la de hacer entender que este tópico no se refiere a un viva la virgen sin templanza y sin argumentaciones.
Me parece también que el tópico viene a poner de manifiesto que el ser humano ha avanzado mucho en la representación de la realidad (técnicas, formas de vida, espacios…) pero, que en lo más permanente, en los conceptos, no ha cambiado casi nada. Los principios básicos tal vez sigan siendo los mismos y acaso no demasiados. En ellos se ha apoyado la raza humana desde casi siempre. Y no se vislumbran cambios notables en el horizonte del tiempo.
Desde el punto de vista filosófico, este tópico viene a estar en la base de muchos de los sistemas filosóficos, tanto clásicos como modernos: epicureísmo, idealismo (por negación e intento de superarlo) frente a realismo, existencialismo…
Se defendió la idea de que no existe clara separación entre el tópico y el cristianismo. Yo creo que esto no es en casi nada verdadero: lo que más le puedo echar en cara al cristianismo es ese empeño enfermizo en situar siempre un mal ante el ser humano, mal que tiene que ser superado con penitencias para poder ser redimido. Yo no veo cómo se puede encajar esto con el supuesto ánimo del tópico clásico.
Eché, en fin, en falta alguna aportación de textos modernos que trataran el tema. Los hay a centenares y Juan Antonio González los conoce bien. Quizás el tiempo no se lo permitió. Me quedo con uno que tal vez ya haya pasado por esta ventana. Es de Miguel D´Ors
Lo dijeron Horacio y el Barroco:
“Cada hora nos va acercando un poco
más al negro cuchillo de la Parca”.
¿Qué es la vida sino un triste sueño?
Hoy lo repite a su manera el Marca:
“Mañana se retira Butragueño”.
Como se ve, la plantilla está ahí para ser tomada por quien quiera aventurarse a echar su cuarto a espadas acerca del asunto. No hay más que variar los actores y las circunstancias pero manteniendo la esencia. Con Butragueño o con la coca-cola, que eso poco importa. ¿O no es, por ejemplo, toda la publicidad un ejemplo revelador del carpe diem?
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