domingo, 6 de mayo de 2012

TEN COMPASIÓN DE MÍ


¿Cuál fue la operación que dio la clave,
cuál la razón difusa que condujo
a esa elección hermosa, inverosímil,
en la que tú viniste a dar certeza
a este final exacto del proceso?

Porque antes del feliz conocimiento
ya existías en ti misma como objeto
predispuesto al encuentro y al abrazo.
Una fuerza invencible y absoluta,
febril en su pasión por seguir viva,
provocó que, en el poso de los tiempos,
en un hermoso espacio, reservado
desde antes del recuerdo del diluvio,
tú tomaras medidas y gritaras
la realidad concreta en tu presencia.

Desde el feliz momento,
mis ojos fueron ojos
y pudieron mirarte lentamente,
y pude navegar desde mi tacto
por las pausadas olas de tu cuerpo,
y supe que el olor tenía sentido,
que me invadían los ecos que llegaban
hasta mis oídos sordos de muy lejos.
Por ti supe el placer y la alegría,
la belleza acordada de las cosas,
y supe que la vida era un empeño
feliz cuando el objeto y el sujeto
se revelan sin miedo ni cautelas,
en representación que es compartida.

Por ti mi voluntad fue a la conquista
de todas las razones que en el tiempo
fueron causa y pretexto
de nuestro andar conjunto por el mundo,
y en ti me dan las gracias todas juntas.
En ti contemplo todos los conceptos,
dejándome de mí, de ti, de todo,
para quererte solo en tus esencias.

Mírame con ternura y compadécete
de mí mientras te vuelves en sujeto,
y yo me torno objeto
de tu conocimiento y te presento
mi fortuita presencia y mi azarosa
venida hasta el presente de ti misma.
Volvámonos recíprocos sujetos
y objetos simultáneos
en que llenar la fe de los sentidos.
Y, cuando, al conocernos hondamente,
nos queramos tan solo en los perfumes
que aquietan el furor de esos sentidos,
recuérdame un momento en mi figura,
y ten piedad de mí,
que yo hallaré una esquina en mi recuerdo
para guardar un eco
de tu tiempo y espacio compartidos.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Te admiro, poeta!.