Yo sé que tú me quieres
porque tengo evidencia de las cosas
antes de preguntar por sus motivos.
Me miras con placer, con buenos ojos,
mientras yo me distraigo en cualquier sitio;
me consideras buen acompañante
de lo que te sucede cada día;
no te enfadas conmigo
cada vez que no cumplo las promesas.
En fin, estoy seguro
de que te sientes bien junto a mí mismo.
A veces me imagino preguntando
por qué a mí me suceden estas cosas.
Indago en las razones torpemente
y termino mandando las premisas
al cesto sin control de los olvidos,
pues casi nunca alcanzo
la luz de las buscadas conclusiones.
Me deja la razón tan confundido…
Me convierto en tan pobre
si le busco las vueltas
al principio común de la razón…
Yo sé que tú me quieres y es bastante.
Incluso antes de ver que tus querencias
son actos naturales y concretos.
(Como sencillas son estas palabras
que hoy te escribo y te envío).
Por eso, si me besas, me contento;
pero, si cualquier tarde
no tienes en tus labios mi presencia,
sigo sintiendo cierta mi alegría
y me siento feliz por contemplarte
y tener la certeza
de que sigo queriendo que me quieras.
Al fin somos tan solo, no lo olvides,
un fenómeno más de nuestro aliento.
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