Todo en la vida fluye sin remedio. A veces lo hace a empujones y a veces nos lleva por delante sin que nos demos cuenta de cómo nos empuja esa fuerza a nosotros. Hay momentos en los que parece que todo se ha anclado y que nada da señales de vida por más que nos empeñemos y por más afán que pongamos en cambiar la situación. Hay otros en los que todo te arrolla, en los que todo viene sin haberlo llamado y te come la tostada antes de que tú te hayas sentado a la mesa. Por eso a veces te sientes desanimado y otras veces te gana la indefensión. Encontrar un equilibrio suficiente tal vez debiera ser tarea para cualquier humano que aspira a no ser nómada ni oveja de piara simplemente. No es fácil ni simple pues la raya no tiene sitio fijo y nada dice la teoría acerca de si siempre hay que embridar las fuerzas o hay que dejarlas sueltas de vez en cuando para que estiren sus piernas y coman de la hierba que se ofrece en los campos. No es fácil, no.
Pero es que, además, las cosas fluyen incansablemente hacia su destrucción y hacia un destino indefinido con un sentido extraño. Todo se ha de quemar; todo caerá en el olvido; todo se perderá en el teatro final del horizonte; todo se irá poniendo, como se pone la tarde y aparecen la oscuridad de la noche; todo se hundirá hasta el fondo del abismo donde descansará por siempre; todo se halla en camino, con destino hacia alguna parte que es ninguna; todo viene profanando el silencio del útero materno y se desnuda en gritos hasta quedarse de nuevo en el hondo misterio de la nada.
Es, por tanto, el camino lo que importa; la senda lo que interesa; la ruta y el viaje los que nos dan la pauta; la vía y el trayecto los que conviene transitar con pie gozoso. En ese tránsito reducido en el tiempo y el espacio se concitan las fuerzas más extrañas, se dan las ilusiones que aspiran a lo eterno, en un afán confuso de libertad total y de esclavitud perpetua, se acumulan algunas esperanzas de saberes que apenas si sustentan la causa general de la existencia, se pronuncian las fuerzas que nos llevan al espacio exterior o nos invitan a la retirada sutil en uno mismo.
Y nosotros mirando sorprendidos ese afán de luchar de tanta energía o ese empeño tenaz de darse a la modorra, sujetos en activa o en pasiva refleja de toda la oración que ensancha nuestra vida en complementos de todo tipo. Vivir para contarlo y contarlo viviéndolo.
1 comentario:
Esa es la vida.... percibir cada minuto que pasa...cada subidon de adrenalina y cada caída en picado y seguir aquí para contarlo y compartirlo.
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