¿De qué depende que uno tenga un día bueno o un día aciago? El ser
humano siempre es el mismo y debería responder de la misma manera un día que el
siguiente. Si dependiera de él, habría que concluir que no es el mismo siempre,
que las circunstancias han cambiado y que los entornos son diferentes, esos
contornos en los que él tiene que responder a las situaciones que se le van
presentando. O tal vez resulte cierto que en realidad no sea él, que ya sea
otro distinto, que cada instante sea único porque la persona ha cambiado
elementos suficientes en su ser y en su conciencia como para responder de
manera distinta. Y, si no fuera el mismo, no se le podría exigir que mantuviera
la conciencia de la continuidad en sí mismo. Terreno peligroso este porque nos
estaríamos adentrando en la identidad del ser y el mantenimiento de esa
identidad, en la continuidad de los elementos necesarios para seguir
considerando en la conciencia al ser un mismo ser. ¿Cuál y cuánta es la parte
que se puede entender que se modifica sin perder esos elementos esenciales de
la identidad? Porque yo no soy el mismo que aquel niño que corría por las
estrechas calles de mi pueblo rodando el aro o encima de los zancos, o aquel
joven que veía y constataba los estertores del franquismo, o el joven profesor
que se comía el mundo y que lo soñaba transformado, ni siquiera el caminante
tranquilo y satisfecho que esta mañana hollaba los caminos de las laderas de
estas sierras frías y otoñales. Y, sin embargo, me sigo reconociendo el mismo,
con el mismo nombre y con los mismos apellidos, sigo teniendo la conciencia de
que soy el mismo; mis seres queridos me siguen respondiendo de la misma manera
y hasta mantengo el mismo nombre ante los demás.
¿Y si el asunto dependiera de lo externo, de lo que rodea al ser? Entonces
el día aciago o el día bueno hundiría sus causas en el contexto, tan diverso,
tan extenso, tan incontrolado e incontrolable, tan poderoso, tan indiferente
ante mis deseos y mis gustos… A veces las realidades exteriores parecen
presentarse idénticas a las de otras ocasiones y, a pesar de todo, los
resultados de mis actuaciones y de mis interferencias con ellas son totalmente
distintos; eso me deja perplejo y sin saber dar respuesta a esta dualidad en la
que yo y todos los demás nos movemos.
Tal vez no somos conscientes de que, acaso, esa separación entre la
persona y los contextos realmente no existe y es el intercambio constante entre
ambos lo que va configurando al ser humano y a los otros contextos, ese espacio
indeterminado pero común que compartimos todos y que no solo nos roza sino que
nos penetra y nos obliga a la reacción, no solo física sino también fisiológica
y mental. Puede que en ese conglomerado no hagamos otra cosa que moldearnos y
cambiar los combinados químicos, los enlaces intrincados que nos componen y nos
sostienen, y con cada reacción nos mostramos con otra cara un poco distinta a
la anterior.
O tal vez sea algo más complejo, eso que llamamos vida, que nos ocupa
y que nos envuelve, que nos empuja y que nos conduce sin que sepamos muy bien
ni cuáles son las causas ni cuáles las reacciones. Por eso andamos tan confusos
y nos extrañamos ante lo que entendemos como un día con suerte o un día
desafortunado.
¿Cómo habrá sido hoy mi día?, ¿hacia qué extremo apunta y apuntará en
las horas que aún le quedan? Repaso y no me quejo.
En todo caso, como apuntó Paulo Coelho, “la vida siempre espera
situaciones críticas para mostrar su lado brillante”. No he tenido situaciones
críticas ni las espero. Prefiero hoy también alguna arista de la vida menos
llamativa y espectacular. Mañana será otro día.
1 comentario:
Antonio... pienso que siempre somos los mismos desde que nacemos, y vamos evolucionando, siempre, desde nuestra propia identidad que la va conformando la experiencia vital y como reaccionamos emocionalmente ante ella,cada día es distinto aunque parezcan iguales porque aparte de un ente espiritual somos un ente químico con diversas reacciones y no siempre iguales... esa maravillosa diversidad es la persona, cada uno de nosotros, variable y único al mismo tiempo.
Ohú!... qué filosófica me he puesto.Buen día.
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