Tengo ante mí una página doble que recoge las fechas
en las que se celebra algún “Día mundial de…” Está dividida por meses y en la
primera revisión observo que se celebra todo. O casi todo: Día mundial del
glaucoma, Día mundial de la actividad física, Día europeo de la esclerodermia;
Día mundial de la rabia… No hay asunto que no tenga su día puesto en este
calendario. Aunque, en realidad, echo en falta estos dos Días: el Día mundial
del sentido común y el Día mundial de la buena voluntad. Los echo de menos
porque, iluso de mí, sigo pensando que con estos dos Días tendríamos cubiertas
casi todas las necesidades.
En una segunda vuelta observo que no todos los meses
tienen asignada la misma cantidad de Días de…. Los más escasitos son enero,
julio y agosto. Dos, tres y seis, respectivamente. Me parece que he descubierto
la causa. Tal vez tenga que ver con el frío y con las vacaciones. Vete tú a
endilgarle a alguien un Día nacional de la nutrición, por ejemplo, en plenas
comilonas de navidad o de chiringuito de playa.
En todo caso, no quiero echar a la basura todo este
índice de buenas voluntades y de recuerdos de que en todos los sitios cuecen
habas y en todos los lugares se producen necesidades similares. Este no es el
calendario Michelín colgado de la pared de un taller o en la cabina de un gran
camión, ni tampoco es el zaragozano adelantando la infalible entrega de que en enero
hará frío y en julio hará calor, ni un calendario de vacunas o de vacaciones al
uso. Realmente, esconde un índice escueto de algunos de los hechos que más nos
pueden ocupar, algo así como una gota malaya que nos recuerda indefectiblemente
que hay mucho que cambiar y que arreglar.
Dos peligros le veo a este calendario de hitos
diversos. El primero es el de banalizar cada asunto al aparecer al lado de
tantos otros, en una cantidad que hace invisible cada unidad. El segundo es
anejo al primero y lleva a olvidar inmediatamente la sensación que podría
provocar en nosotros cada uno de estos recuerdos. La superposición inmediata
del siguiente en el anterior solapa sus influencias y resta huella y cambio de
conciencia.
Me parece algo más productivo un eje de pocos puntos
de partida en el que cada uno de ellos y de manera personal se pueda ir
perfeccionando en grados y en intensidad. Hoy mismo se celebra el Día internacional
de la abolición de la esclavitud. Pero es que ayer fue el del SIDA. Y mañana
será el de las personas con discapacidad.
A este ritmo no hay quien aguante y uno termina por
cerrar las páginas de este calendario para abrir las del calendario Michelín,
que resulta más agradecido para la vista, aunque menos acuciante para la
conciencia.
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