Me
toca nuevamente cerrar este capítulo anual de mi Diario Menor. Notas a pie de página. Desde mi terraza.
Nunca
sé si va a ser el último. Porque algún día me cansaré o me surgirá algún
impedimento insalvable que me cierre esta ventana desde la que veo pasar el
tiempo y desde el que le mando recados al espacio y al futuro. Creo que ya hace
como el número catorce o el quince -que empiezo a perder la cuenta- y atrás
dejo demasiadas páginas que tratan de poner, al menos en índice, muchas notas
acerca de ideas o acontecimientos de la vida, de mi vida, de la que voy
construyendo paso a paso. En realidad, por ahí quedan perdidas todas las notas
de una sinfonía incompleta pero que deberían dar jugo suficiente para saber qué
escala de valores me ha preocupado y en qué fregados ha andado ocupada mi
mente. Ya me pesan los tomos en los anaqueles.
Porque
ha sido siempre preocupación mía el intento de que, a pesar de no dilatarme en
más de tres, cuatro o cinco decenas de líneas, esas líneas trascendieran del
hecho concreto y se alzaran hasta el nivel de la idea y de la alusión general.
No me interesa nada la figura del pequeño Nicolás, por ejemplo, sino las
implicaciones que su caso suscita y el nivel de chapucería que para la vida
española se desprende de sus acciones. Y así hasta con los detalles más
aparentemente personales y concretos. Si alguno quiere leer estas líneas desde
la intención del autor, me gustaría que lo hiciera sabiendo lo que yo mismo, en
primer término, quería al idearlas y al concretarlas. Las demás
interpretaciones son legítimas, pero no son las mías.
Existen
formatos más tradicionales o novedosos en los que el autor glosa una historia
en doscientas o trescientas páginas, o lo hace en pocos caracteres. El primero
ha sido el de siempre, el de la Historia, el del libro; el segundo es el de hoy
mismo, el más inmediato e improvisado. Si un autor no publica en el primer
formato, parece que no existe como tal y apenas se le considera. Si un autor lo
hace en el segundo, menos todavía.
Este
formato del blog, con su extensión buscada por mí, no es precisamente el que
más conocimiento ni reconocimiento produce. Pero eso no importa demasiado: con
eso ya se cuenta; lo fundamental es que a mí me ofrece la oportunidad de
mostrar mi perfil acerca de muchas cosas, y me lo permite solo en lo
fundamental y escueto, dejando de lado el ochenta por ciento de las páginas de
un texto largo, que, con demasiada frecuencia, me parecen repetitivas y que
sobran.
Nada
tengo contra los demás formatos, en absoluto, sencillamente predico el acomodo
que para mí supone este del blog. En él y por él he pasado muchas horas
abriendo la ventana de esta terraza, he pensado en numerosas variantes de la
vida –seguro que sin solucionar ninguna- y he dejado algunas líneas cuyo tono -perdón por la inmodestia- no me disgusta del todo.
Hay
aristas personales y próximas que aparecen menos y que cualquier día pueden
hacerse más presentes. El tiempo dirá. Y lo hará sin aspavientos, sencillamente
respondiendo a la invitación que yo les haga o que el contexto me haga a mí
mismo. Ya no tengo edad para plantearme otra meta que no sea mantenerme en el
intento de querer y de que me quieran, pues mi única obligación en la vida es
intentar ser feliz a ratos. Claro que me gustaría serlo viendo que los que me
rodean y los más alejados también lo son. ¿Alguien me ofrece una ocupación
mejor?
Un
año más se va envuelto en el tiempo. Otro nuevo coge el relevo y se abre a
todas las posibilidades. Por ello debo estar dispuesto para todo lo que existe,
porque siento, percibo, canto y vivo. En mi existencia, en mis sentimientos, en
mis cantos y en mi vida, que son los de todos los demás.
1 comentario:
Buenos días, D. Antonio Gutiérrez Turrión:
Sepa que valoramos sus escritos y le agradecemos los que deja en el blog y los que ha publicado en papel.
Y sepa, también, que se le quiere.
Los mejores deseos para el Nuevo 2015 y muchos años más, para usted, su familia, sus preciosos nietos y para la buena gente que en el mundo hay. Y en especial, para Manuel Casadiego y todos los amigos de BÉJAR.
Abrazos.
P.D.: Le dejo parte de un poema de Miguel Hernández, cantado por Serrat.
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