Tiene bemoles que haya artes que
llevan siendo practicadas miles de años y siguen buscando con ahínco y sin
éxito su definición. Tal es el caso de la poesía.
Hace algunos meses celebrábamos
el día de la poesía en un ateneo cultural y su máximo representante, R.H.G.,
introducía el acto con una cita de autor hispanoamericano tratando de definir
qué es poesía. Aseguraba que no le había resultado sencillo encontrar en el
infinito mundo de internet una definición de tal arte. En cuanto me tocó turno
de leer mis poemas, le repliqué, con la brevedad que el caso requería, que no
se preocupara demasiado porque yo llevaba muchos años en ese mundo, desde la
explicación y desde la creación, y tampoco sabía cómo hacerlo; había llegado,
como mucho, a saber qué no es poesía. Así, por vía negativa y excluyente, me
quedaba con algo que se aproximaba a lo que podría ser poesía. Y no estaba
demasiado descontento del camino andado. Creo que me equivoqué y que fui muy
atrevido. Me lo viene a recordar hoy Juan de Mairena, que no es mal maestro ni
poca cosa:
“No hay mejor definición de la
poesía que esta: “Poesía es algo de lo que hacen los poetas”. Qué sea este algo
no debéis preguntarlo al poeta. Porque no será nunca el poeta quien os
conteste.
¿Se lo preguntaréis a los profesores
de literatura? Nosotros sí os contestaremos, porque para eso estamos. Es
nuestra obligación. “Poesía, señores, será el residuo obtenido después de una
delicada operación crítica, que consiste en eliminar de todo cuanto se vende
por poesía todo lo que no lo es”. La operación es difícil de realizar. Porque
para eliminar de cuanto se vende por poesía la ganga o escoria antipoética que
lo acompaña, habría que saber lo que no es poesía, y para ello saber,
anticipadamente, lo que es poesía. Si lo supiéramos, señores, la experiencia
sería un tanto superflua, pero no exenta de amenidad. Mas la verdad es que no
lo sabemos, y que la experiencia parece irrealizable.
¿Se lo preguntaremos a los
filósofos? Ellos nos contestarán que nuestra pregunta es demasiado ingenua y
que, en último término, no se creen en la obligación de contestarla. Ellos no
se han preguntado nunca qué sea la poesía, sino qué es algo que sea algo, y si
es posible saber algo de algo, o si habremos de contentarnos con no saber nada
de nada que merezca saberse.
Hemos de hablar modestamente de
la poesía, sin pretender definirla, ni mucho menos obtenerla por vía
experimental químicamente pura”.
O sea que incluso menos atrevido
que yo mismo. Seguro que por más sabio. Y cuidado que uno ha andado modestamente
hurgando en todos los guisos que se citan: el profesorado, la crítica, la
creación y la filosofía. Qué sabio este Mairena. Y qué hondo. Si llevamos
tantos años en el misterio, no importa que sigamos buscándole la cara, con
cuidado, con ternura, con modestia…, pero sabiendo que está ahí y que el gozo
tal vez está en el camino del misterio y en el misterio mismo, más que en su
descubrimiento.
1 comentario:
Y ahí seguimos, Antonio.
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