Tengo que abrir un debate serio entre los componentes de la
asociación Libre Albedrío acerca de los elementos epicúreos y la sensibilidad
social. ¿Son elementos incompatibles? En caso de no serlo, ¿a cuál debemos
darle prioridad? ¿En qué grado hay que practicarlos y con qué intensidad? Será
orden del día para próxima reunión, que ya se está haciendo de rogar con el quórum
suficiente para que tenga validez y sus acuerdos puedan ser convalidados.
Es el caso que, en nuestra página de facebook, se van
colgando noticias, aportaciones y anuncios diversos. Entre ellos, alguien
(Manolo no debe de ser ajeno a ello) hay colgado uno de esos vídeos de
autoayuda que tanto abundan y que quieren sintetizar-a veces con más empeño que
resultados- un esquema de buena vida y de mejor salud. En el último, de un
doctor cuyo nombre es impronunciable, se anima a considerar las bases químicas
de todo proceder humano y la bondad de conceder importancia a la serenidad y al
“buen vivir”, la bondad de los conceptos con ese y la maldad de los que
comienzan con erre.
Yo adelanto que estoy dispuesto a firmarlo en toda su
literalidad: confianza, serenidad, tranquilidad..., “buen vivir”. Pero advierto
de un peligro que se puede desprender de su aplicación sin tener en cuenta
otros elementos. Podría describirlo de esta manera: Si aplico mis energías a mi
propio beneficio, ¿dónde queda la situación de todos los que me rodean?, ¿no
corro el peligro de encerrarme en mí mismo y en olvidar todo lo demás?, ¿no
puede terminar por ser este un elemento de inmovilidad social y hasta de egoísmo?
Porque tal vez los que andan regularmente situados en el sistema se hallen
predispuestos a dejarse llevar y a sumergirse en la corriente de bienestar personal,
a aburguesarse, como se decía antes.
Esta es una simple consideración que hace el doctor Oinotna
Zerreitug Onirrut, del departamento interdisciplinar de la universidad de
Harvard.
Si se admite este punto de partida para la discusión, ya habrá
tiempo de ramificar y de extraer nuevas consecuencias, todavía mucho más importantes.
Queda prohibida, en todo caso, la fragmentación, eliminación u
olvido de todo tipo de alimento o de bebida necesaria para un buen simposio;
sea este en la sede central o en cualquier otro ambiente que nos brinde la
madre naturaleza.
Así que, a preparar los argumentos. Y el té y el aguardiente:
estos no entran en discusión.
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