jueves, 30 de marzo de 2017

LA FILOSOFÍA POLÍTICA


Vuelvo a la lectura de textos de Nicomedes Martín Mateos; son textos de un libro ya cocido que presentaremos dentro de un mes. El libro recoge breves ensayos publicados en la Revista de España, que, en la segunda mitad del s XIX acogió aportaciones diversas de muchas de las mejores mentes del país.
En el primer ensayo (La Commune de París), vuelve a su empeño loable de dar encaje y sitio tanto al racionalismo como al idealismo en el marbete por él llamado El Espiritualismo. Algún otro día opinaré algo acerca de estos artículos, que bien merecen la pena.
Hoy recojo estas palabras, que no son nuevas, y menos en Martín Mateos, reconocido seguidor de Platón: “Me parece que caigo bajo el sarcasmo de Platón, que decía: “No te enfades contra los políticos, la gente más divertida del mundo, con sus reglamentos, que forman y reforman, y modifican sin cesar, persuadidos de que remediarán con esto todos los abusos de las relaciones de la vida”. Sabe usted, amigo mío, que usted y yo, y otros mil, deseamos que la filosofía se infiltre en la política, y la vaya iluminando, hasta que llegue el día, por Platón ansiado, en el que la autoridad pública y la filosofía se asocien en una misma persona”.
Es el momento de recordar que Platón defendía el gobierno de los filósofos como el mejor. Después, Nicomedes analiza los límites de la razón, trata de subordinar esta a elementos religiosos y con este bagaje ataca la crítica de las corrientes filosóficas que no le convencen. Pero esto es otro asunto.
Miro y remiro el panorama político que nos rodea y que componemos todos. Lo hago pensando un poco en todos los niveles y…, qué puedo decir que no parezca malsonante.
Creo en la cosa pública, me parece que la actividad política es muy noble, o lo puede ser, si está al servicio de la comunidad… Pero se escapa cada gazapo por ahí… Y, sobre todo, es que parece que todos nuestros esfuerzos se nos van no en el desarrollo de ideas sino en todos los vericuetos que nos llevan a conseguir la mitad más uno de los votos o a dejar en mal lugar al contrario. Cuando esto se consigue ya está todo alcanzado y el ganador puede descansar, o volver a la contienda de ganar la opinión del partido o de la comunidad en general. Los medios, creadores de opinión con informaciones seleccionadas y comentadas de aquella manera, se encargan de atizar estas disputas personales y de cerrar un círculo que es del todo vicioso y pobre pues todo se va en regates cortos y en te pillé en renuncio.

También razona Nicomedes con el concepto de libertad. De ella dice que “nace de la razón y del pensamiento…y que sin libertad no hay vida moral, no hay mérito, no hay virtud, y, lo que es igual, no hay hombre”. De cómo se organiza esa libertad en las comunidades es de lo que los representantes públicos deberían ocuparse. Pero de desarrollar razón y no disputas personales de salón se ocupan los razonadores, los filósofos, o al menos aquellos que alzan la vista y miran al bosque y no solo a su dedo o al de la vanidad y el aplauso fácil de los suyos. El día a día está ahí, pero planificar el calendario parece negocio de particular juicio. Pues que al menos no empujen los más impulsivos y los que no ven más allá de sus narices. Sobre todo si van por ahí sacando pecho y ofreciéndose de salvadores no se sabe de qué.

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