jueves, 28 de septiembre de 2017

LA VAQUILLA


Hace muy poco tiempo leí en la puerta de un pequeño comercio esta inscripción: Cerrado por cansancio. Me llamó mucho la atención esta forma de dar a conocer un cierre por vacaciones.
Hay otras muchas formas de echar el cierre a las persianas por cansancio; son aquellas que indican que uno está hasta donde no puede o no quiere más de algún asunto, sea este físico o mental.
En el plano social, a mí me ha sucedido con dos hechos: el llamado asunto (¿tema, cuestión, motivo…?) vasco y ahora el catalán. ¡Toda mi vida pendiente, un día sí y el otro también, con las relaciones tensas, con los recelos, con las negociaciones, con los chantajes, con…! Yo quisiera tener una vida más tranquila, con sorpresas de noticias que suman y no que dividen ni restan, con la monotonía de la tranquilidad, con el gozo del acogimiento por parte de todos, con la confianza de que el de al lado me mira para darme la mano y no para exigirme, y menos para chantajearme o tomarme por tonto.
A veces me paro a pensar para tratar de darme alguna respuesta, por muy parcial que sea, y caigo en el desasosiego porque no la hallo y me pierdo. Procuro describir conceptos y ordenarlos, como forma menos mala y tal vez única de armar un pensamiento, y los conceptos me llenan enseguida las alforjas y se me caen de las manos, algo así como lo que le sucedía a Sancho con sus refranes: ley, legalidad, legitimidad, orden jurídico, contexto histórico y social, emoción, sujeto  de soberanía, objeto de soberanía, formulación y ordenamiento del ejercicio de soberanía, derechos individuales, derechos colectivos, democracia directa, democracia representativa, equivalencia o no entre votación y democracia, solidaridad, control de emociones, tipo de respuesta a las emociones, desgarro social y territorial, nacionalismo y soberanismo, pueblo, nación, estado… Ya digo, se me caen de las manos.
Cada uno de ellos me da para un buen rato y para demasiadas líneas. Creo que todos tienen aristas y demasiados apuntan en dirección contraria unos contra otros. Es ese el momento en el que pienso que lo menos malo es jerarquizarlos, entender que lo menos negativo es comenzar por los más amplios y esenciales, pues los demás se entienden mejor si los vemos dependientes de los más extensos. Y, como todos tienen aristas y límites, parece conveniente rebajar imposiciones y limar asperezas, es decir, rebajar certezas absolutas y dar cabida a verdades algo más relativas. Hay que objetivar un esquema jerarquizado y saber qué debemos defender como fundamental. Después, todo ha de ser dialogar y ceder, tener altura de miras y exponer sin reservas tu opinión, pero sin renunciar serenamente a que los otros expresen la suya.
Cualquiera que lea estas líneas podrá argumentar, con razón, que se expresan solo ideas generales, pero que el día a día exige tomar decisiones, mancharse las manos y actuar. Es verdad. Solo pido que no nos olvidemos de pensar, incluso en los días de más acción. Las ideas, si no son muy desacertadas, permanecen en el tiempo, las acciones son más inmediatas y vistosas pero menos convincentes.
Otra vez las palabras del poeta: “De todas las historias de la Historia / la más triste sin duda es la de España…”
Y hoy escribo estas líneas en el ambiente local de una fiesta que conmemora un levantamiento popular en la búsqueda de la libertad. Eran otros contextos, claro, y otras las situaciones.

Pobre piel de toro, transformada en vaquilla de toreo popular. Pobre vaquilla nuestra.

No hay comentarios: