martes, 17 de julio de 2018

ANOTAR Y SUBIR NOTA



                    ANOTAR Y SUBIR NOTA
LOPE DE VEGA: La serrana de Tormes, Clásicos Castalia 2018. Edición anotada de los bejaranos Jesús Majada y Antonio Merino.
Lo clásico es lo eterno, lo que supera el paso del tiempo y convierte el pasado y el futuro en un presente pleno y definitivo. Y clásico es el fénix de los ingenios, Lope de Vega, aquella fábrica a tres turnos de producir teatro y lances vitales. Aún parece imposible imaginarse siquiera cómo pudo pasar de las musas al teatro tanto material. Tal vez porque él mismo era puro teatro. Y eso sin considerar se creación lírica.
Pero las lenguas cambian y los contextos también. Y no es siempre sencillo acercarse a la descripción y a la interpretación de una obra de nuestro siglo de oro; ni siquiera para los más cargados de conocimientos y de referencias. Esto es lo que explica la necesidad de las nuevas ediciones anotadas cuando los tiempos van dejando extrañas e imprecisas algunas voces y no pocas situaciones. A satisfacer sus intereses y curiosidades acerca de este período literario e histórico han dedicado no pocos esfuerzos los autores de esta edición anotada de La serrana de Tormes, los bejaranos Jesús Majada y Antonio Merino, quienes, en una presentación cuidada, ponen en nuestras manos de lectores del s XXI esta joya de nuestro teatro áureo. Otras obras de la misma naturaleza, ya contextualizadas y anotadas anteriormente por ellos, así lo atestiguan; esta viene a reafirmar su acierto y el éxito de su esfuerzo.
El texto teatral viene precedido por una introducción en la que se repasan y se detallan los avatares personales del autor en los años en los que se gesta la obra, desde su destierro de Madrid hasta su estancia en Valencia y en Alba de Tormes. Es aquí donde se articula la pieza, en la proximidad a la ciudad de Salamanca, tan importante en el contexto general y en la obra anotada. Quien lea con atención estas páginas recordará o conocerá cuántos vaivenes produjo el genio y cómo se fraguó el esquema último de esta obra de Lope. Conocerá también muchos de los entresijos del Estudio salmanticense, precisamente del momento de mayor esplendor. Y tendrá, por supuesto, los datos precisos, en forma y contenido, que clarifican la estructura y el desarrollo de La serrana de Tormes. Se trata, en definitiva, de darnos las herramientas necesarias para encarar la lectura cargados de las luces suficientes como para no cegarnos con ella.
Con este bagaje tan cumplido, con el panorama histórico, literario y personal a nuestro alcance, podemos adentrarnos en la lectura, ya seguros de gozarla con acierto y con frescura. Y es aquí donde comienza el trabajo más minucioso y personal de los autores de la edición. Porque cotejan ediciones, rebuscan diccionarios, aclaran conceptos, refrescan acepciones, rescatan palabras, dan dirección morfosintáctica y semántica adecuada a expresiones… y, en fin, ponen luces por todas las esquinas para que nosotros, lectores de este siglo, no nos perdamos en el camino. Es como si pusieran muebles nuevos a una casa, que así se remoza y actualiza para hacerse más habitable y luminosa.
Por las páginas que acogen el desarrollo de la obra -de tanteo a mi entender y bastante dispersa en escenas, espacios y personajes- van desfilando personas, personajes y escenas que van dando cuerpo y asiento a los esquemas que, más tarde, repetirá con maestría inigualable Lope en su teatro. Los propios anotadores así lo entienden también y así lo indican. Hay un grupo de personajes importante y menos repetido más tarde que, por razones biográficas, a mí me resulta especialmente atractivo. Se trata del de los carboneros, tan autónomos y hasta gallardos, bizarros y atrevidos ante los demás personajes, más cultos y urbanos. A su lado, los estudiantes toman la manija y el ritmo para enseñarnos con detalle la vida estudiantil de la Salamanca de la época. Y siempre las parejas del teatro de Lope, que contrastan entre sí y reflejan tan fielmente la tipología social del momento. Pero esto ya es arar en otra tierra y encaja en el estudio analítico de la obra, y no entra en la reseña de la misma.
Lo que realmente clarifica el paso de las páginas es la purificadora anotación que los autores realizan a pie de página, con las dudas correspondientes según el caso y hasta con el reconocimiento de la falta de solución en algún otro. Este es su gran trabajo, el que refleja el poso de sus saberes y de sus quehaceres filológicos y lexicográficos. Y es por ello por lo que más debemos felicitarlos y felicitarnos todos. Las referencias y las fuentes son siempre abundantes y los ejemplos de comparación también. Los supongo dudosos en el trabajo a la hora de decidir si anotar o no, en función del tipo de lector en el que estén pensando. Esta duda es irresoluble en cualquier trabajo de comentario y el listón de aclarados anda siempre temblando y poco fijo. Es tributo obligado y no hay que darle vueltas a lo que se haya decidido.
Se añaden cinco anexos al texto literario. En ellos los autores agregan algún apunte para precisar el elenco de personajes; una sinopsis argumental por actos; una división de actos, cuadros y escenas; una relación de acotaciones por actos; para terminar con un quinto anexo en el que se recogen las estadísticas de versos, clases de estrofa, número de estrofas, de versos y proporciones métricas.
El camino para el conocimiento de esta obra de Lope, La serrana de Tormes, ha quedado expedito. Ahora toca el trabajo del lector, la lectura sosegada y ya abierta y las conclusiones que cada uno extraiga de la misma. Los cuadros de contexto y de anotaciones facilitan el proceso. Los autores de la edición anotada merecen nuestro agradecimiento y nuestro aplauso. Ahora el aprovechamiento tiene que ser nuestro.
No es precisamente pequeña esta aportación de nuestros dos paisanos bejaranos en el octavo centenario de la creación del Estudio salmantino. Tal vez no todo el mundo se ha dado cuenta de ello.
Gracias por todo y enhorabuena, amigos.   

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