miércoles, 4 de julio de 2018

IGUAL QUE CON EL DIONI



Ando como asentándome después de un viaje casi iniciático por tierras del Egeo, allá donde el Mediterráneo se calma y pone fin a su huida del Atlántico. Athos es una realidad que me ha rozado por segunda vez. Tengo que hablar de ello de manera más extensa y calmada. El corazón tiene razones que la razón no entiende y allí tiene su mejor muestra este aparente oxímoron.
Pero voy aterrizando hasta el nivel de la monotonía y me pongo al tanto de lo que sucede por esta piel de toro, en la que los calores se toman un respiro y no acaban de dar su aldabonazo con grados y sofocos. Ni falta que me hace. Mis nietos, mientras tanto, me dan ese refugio de amor y de ternura que tanto bien me hace. Bendita será su estancia entre nosotros.
Leo ya cada día los periódicos y en ellos se da cuenta del traslado de cárcel de los presos políticos catalanes. Parece que hay consenso en que la medida no hace más que cumplir con la ley en su literalidad y en su espíritu. No leo ni oigo muchas opiniones, salvo las irredentas de rigor, en contra de la resolución.
El proceso es normal y lleva a cabo lo que dictan las leyes y el sentido común. No hay para más ni verlo debe escandalizar a nadie. Es la ley, y a otra cosa. Si el juez los necesita cerca para que el proceso judicial no se interrumpa, pues cerca de él, a pesar de los desajustes que pueda producir a sus familias; si el estado del proceso no los necesita, pues donde mejor estén y menos moleste a las relaciones con sus familiares y con sus costumbres. Como otros presos cualesquiera, nada más ni nada menos. Y, si el proceso los vuelve a requerir cerca del juez, pues otra vez a Madrid.
En este caso, como en otros, no debería actuar más que la ley y la separación de poderes. El poder legislativo legisla, el poder judicial juzga y el poder ejecutivo ejecuta. No hay más, a pesar de todos los matices que caben en la realidad diaria. Claro que, cronológicamente, primero es el legislativo: sin él no hay leyes. Después son ya los jueces los que actúan en su aplicación, como obreritos autónomos que, como decía el poeta, trabajan con otros a España… Y sus sentencias tienen que ser ejecutadas y hechas cumplir por el ejecutivo. Por eso el Gobierno no se podrá saltar o incumplir lo que dicten las sentencias en este y en todos los casos. Por esa misma razón, el Gobierno no habría podido dejar de aplicar algunos preceptos constitucionales como ha hecho en fechas recientes: su no ejecución tendría que haber traído aparejado un proceso contra el mismo Gobierno.
Y tan ejecutivo es el Gobierno central como el autonómico. Por ello habrá que vigilar muy atentamente que cumplan hasta el último término las sentencias judiciales, también las de estos procesos. Y, si hay algún fallo o mala fe, denunciarlo y corregirlo. Atentos, pues, a lo que vaya sucediendo.
¿Alguno ve alguna diferencia legal entre este proceso y lo que sucedió por ejemplo con el Dioni? ¿O con Mario Conde? Pues eso. Los ejemplos, por supuesto, los traigo aquí con toda la intención del mundo. Aquí rige perfectamente el adagio latino ·dura lex, sed lex”.

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