El
pasado jueves día 12, con la previa de la inauguración de una exposición de documentos
medievales del Archivo de Béjar, que se mantendrá para ser visitada hasta el mes
de septiembre, se desarrolló la segunda jornada de los Jueves del Fuero en Béjar.
En esta ocasión, disertaron los profesores de la USAL Ángel Vaca Lorenzo (“Béjar,
espacio de paso y frontera”) y José Luis Martín Martín (“La sociedad bejarana
del s. XIII”).
Después
de la fijación paleográfica y filológica de la semana anterior, se trataba de
reconocer el contexto espacial, histórico y social en el que se había fraguado
el Fuero. Al fin y al cabo, a pesar de todas las precisiones científicas, no
hay nada que no se resuelva y se explique razonablemente desde las
circunstancias en que se produce. Tal vez el orden lógico sea el contrario:
primero las condiciones y después del hecho concreto (el Fuero en este caso),
pero el rey de las jornadas es el hecho y no las circunstancias.
Sea
como fuere, el acto comenzó con la exposición del profesor Ángel Vaca, quien
fijó los elementos que, a su parecer, configuran y determinan el hecho del
Fuero. Por eso se repasó el origen de la tierra de Béjar como perteneciente a
las tierras de Ávila y el desgajamiento de esta jurisdicción hasta formar cabeza
de concejo de las tierras de Béjar, o sea, se pasó de locus a urbe, con
estructuras fijas y comunes. Este paso fundamental, en el contexto de las
conquistas y reconquistas varias, ya habría tal vez justificado la existencia
de un cuerpo legal claro y común.
Pero
el cuerpo de la disertación se dedicó a la exposición de dos elementos geográficos,
condicionantes fundamentales para la afirmación de Béjar como cabeza de
territorio. Son los conceptos de Camino
y Frontera. Por ellos se repasaron
algunas evidencias: la situación de las tierras de Béjar entre las mesetas sur
y norte y el paso por ellas como único más fácil en el extremo occidental del
sistema central; la presencia de los vetones en siglos anteriores y la existencia
de algún castro (lo que aseguraría indicios de algún asentamiento de la época);
o el hecho milenario de la trashumancia y de los pastos serranos; el paso de Aníbal;
las vías y calzadas, con sus usos diversos; el propio topónimo Béjar, con evocaciones prerromanas; las
idas y venidas de los ejércitos árabes; la necesidad de acuerdos entre concejos
para hacer llevadera la existencia de la mesta y la trashumancia; las vías y
cañadas; las primeros empeños textiles (artesanales e individuales)…
Y,
en lo que se refiere a Frontera, la
importancia de un doble sentido de este concepto. Por una parte la frontera
entre territorios árabes y cristianos, en todas sus variantes; y por otra la
que se estableció entre los reinos de León y Castilla, hasta que se unificaron.
La necesidad de marcar la superioridad en zonas de frontera, sobre todo del
reino de León, favoreció la creación comunidades de villa y tierra. Béjar no es
más que una de ellas. Es el momento en el que definitivamente Béjar pasa de locus a urbe. Se habían dado todas las circunstancias para la necesidad del
Fuero. El texto es la consecuencia lógica de todos los elementos anteriores.
El
profesor José Luis Martín Martín glosó algunos de los elementos principales que
incluye el Fuero, sobre todo los que hacen referencia a la sociedad de la época.
Con las reservas propias de un códice que, en buena medida, es copia de otros,
se puede uno imaginar que estas rúbricas o artículos recogen la forma de vida
de los habitantes de las tierras de Béjar (villa y tierras) en el s. XIII. El
Fuero es prolijo y hasta minucioso en su regulación, pero en la conferencia
solo se hizo mención a alguno de los aspectos que se consideraban esenciales. Así,
se mencionaron y glosaron las referencias que apuntaban a los nobles y al
clero. En cuanto al primer grupo, se apuntó la existencia y la labor de alcaide, juez, alcaides (de collationes
o barrios), sayones, andadores,
almotacenes…, caballeros, vasallos… O de todos sus sirvientes y
actividades: vaqueros, pastores,
colmeneros, rebaños, piaras…
En
lo que se refiere a los eclesiásticos, se puso de manifiesto el poder e importancia
del clero, sobre todo del llamado Cabildo de clérigos bejarano, además de
alguno más existente en las tierras de Béjar (pueblos).
Por
último, se hizo un repaso rápido a alguna de las profesiones judiciales y a los
castigos severos que comportaban ciertos delitos.
Todo
el panorama apunta y apuntaba a la importancia de estos dos colectivos en el
conjunto de la población, frente a la insignificancia de los grupos populares.
…………………………….
Creo
que esta sesión es la más esclarecedora para el público menos especializado,
porque es la que mejor ayuda a entender en qué contexto se configura el Fuero,
qué es lo que quiere venir a resolver y cuáles son los grupos que detentan el
poder y cuáles los que tienen que sufrir y encima poner la sonrisa.
Como
me sucede siempre con un texto histórico, intento darle una patada amistosa
para ponerlo a la altura de los días en que me toca vivir y tratar de resumir
en qué puede serme útil a mí. Es una postura egoísta, pero creo que es la más
productiva. He leído el Fuero hace poco tiempo por última vez; creo que regula
más aspectos que los que se glosaron, algunos muy sabrosos y de la vida diaria;
los más importantes, sin duda, son los que destacó el profesor José Luis Martín;
me sigue provocando rabia y compasión pensar en las diferencias sociales en las
que han vivido mis antepasados, sobre todo el colectivo femenino; entiendo, a
pesar de todo, que nada se entiende si no se sitúa en su contexto; no sé, en
fin, en cuánto y en qué hemos adelantado o atrasado después de 800 años. Esto
sería ya el Fuero en el s. XXI.
Lo
que hace falta ahora para el público es acercarse a él, degustarlo y extraer
consecuencias. Es labor de cada cual, y cada uno sabrá lo que tiene que hacer.
Hay ya ediciones accesibles; las habrá pronto revisadas y puestas al día. A ver
si la curiosidad y la voluntad también se pusieran en marcha.
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