domingo, 23 de junio de 2019

CUANDO QUERÍAS REZAR




CUANDO QUERÁIS REZAR

Rezaba la oración del evangelio
que aprendió a musitar cuando era niño.
Qué bien sonaba aquel comienzo: “Padre”,
y cómo se enturbiaba el desarrollo:
“Perdona nuestras deudas cual nosotros
perdonamos las de los enemigos”.
Su mente se turbaba: “Yo no quiero
tener necesidad de perdonarlos,
pues solamente aspiro a ser su amigo.
Y si un dios no ha de ser más generoso
que un frágil e indeciso ser humano…”

Al llegar al final bajaba el tono;
de nuevo se turbaba y (más)turbaba
con la expresión extraña “No nos dejes
caer en tentación”. Y se decía:
“¿Qué tentación es esa? Por si acaso
es la que yo sospecho, no te cortes
y mándamela pronto y que yo caiga
con todos mis deseos en sus brazos,
hasta olvidarme en ella de mi olvido”.

Después, devotamente,
hacía un breve amago
de señal de la cruz
y salía del templo hacia la calle
repitiendo en voz baja su oración.

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