MALAS TENTACIONES
En el silencio de la tarde
hablaba
con el eco tenaz de su
conciencia:
“Estoy en el final de mi segunda
carrera y esperando ver las
listas
de un máster que se anuncia
interesante;
sin ninguna intención de sacar
pecho
-quiero decir de hacerme la
importante,
pues los tengo abultados y
turgentes-,
estoy de muy buen ver para el que
mira,
lo que no es poca cosa en estos
tiempos;
me ofrecen una beca que me cubre
comprar pan y, tal vez, de vez en
cuando,
algún kilo de pollo: lo restante
tengo que conseguirlo por mi
cuenta.
En el octavo izquierda habita un
tipo
que nunca dio ni golpe, salvo el
tiempo
en que anduvo rondando el
precipicio
del mundo de la muerte en color
blanco.
Hoy no sé de qué vive, pero sale
de casa bien vestido y con
aspecto
de perdonar la vida a quien se
encuentra.
Se dice que asesora a unos
camellos
a cambio de una parte de las
ventas
que ronda el porcentaje
del cuarenta por ciento.
Me quedo con las ganas cualquier
día,
al bajar la escalera,
de hacer sonar el timbre del
octavo izquierda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario