Todos los que nos acercamos a las páginas de la inmortal obra
de Cervantes lo hacemos con el personaje ya transformado en caballero de los
ideales, en impulsor de aventuras y en desfacedor de tuertos inasequible al
desaliento. Apenas unas notas nos dan cuenta de la persona originaria, del ser
transformado, de Alonso Quijano: un hidalgo venido a menos, con una edad ya
avanzada, lector impenitente, frugal en la comida… En fin, esa apertura
absolutamente inigualable con la que se nos presenta Alonso Quijano.
Para nosotros parece más real el personaje ideal que la persona
de la que parte, pues es al que acompañamos en un largo viaje literario, vital
e ideal. En cambio, se nos queda enseguida lejos aquel lugareño que se
transformó en el caballero.
¿Por qué los cambios? ¿A qué obedecen? ¿Qué escala de valores
es la que se rompe o se disfraza? Tal vez, si los supiéramos describir y
explicar, tendríamos las claves de todas las aventuras y su justificación.
Pero, por si esto fuera poco, nos encontramos con un camino
de ida y vuelta. Porque, al final del recorrido, se produce el fenómeno contrario:
el personaje de ficción se convierte en el personaje del origen, en aquel que
le dio pie y que lo explicó. ¿Por qué otra vez los cambios? ¿Qué vino a
producirlos? ¿Qué se volvió a romper? ¿Qué consecuencias extraemos de todo
ello?
¡Qué abanico de posibilidades se abre para la mejor
comprensión del libro inmortal! ¡Y qué mesa tan amplia para la disputa y para
el intercambio de opiniones!
Alonso Quijano vive el mundo desde su cierta realidad
histórica; don Quijote la sueña desde los ideales. La Historia de Alonso
Quijano tiene sus límites temporales y biológicos; la de don Quijote es
atemporal y recorre los siglos y los espacios todos. Pero aspira a la
intemporalidad desde la realidad de sus espacios y de sus tiempos, es decir, la
realidad española de su época.
Tal vez sea un repaso de dos visiones cruzadas (la de Alonso
Quijano y la de don Quijote) de la misma realidad, la española de aquellos
años. Y, si así fuera, ¿qué nos impide pensar en nuestros propios días y en
nuestros propios espacios? ¿Quién es Alonso Quijano en estos momentos y quién
don Quijote? ¿Merece la pena la transformación? ¿Cuáles son las causas que
pueden llevar a emprender tal aventura? ¿Cuántas son las personas que realmente
la emprenden? ¿Cuántas las que terminan comprando el billete de vuelta para
retornar a ser Alonsos Quijanos? ¿Qué sentimientos produce la vuelta al hogar? ¿Tiene todo esto algo
que ver con el desengaño, el desencanto y hasta con la desesperanza de tantos y tantos?
Las puertas están abiertas. La sesión puede comenzar en
cualquier momento. El orden del día queda abierto a cualquier modificación. Por
favor, no apretarse. Entrada libre hasta completar el aforo.
Yo no adelanto nada. Me atropellan las explicaciones y
ninguna me satisface del todo. Son tantas que no caben ni siquiera en forma de
esquema o cuadro sinóptico. Además, me permito reservarme para esa mesa que se
anuncia tan concurrida y sabrosa. Es un decir.
1 comentario:
Ante tantas preguntas, espero que haya muchas respuestas.
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