Mi mayor o menor poso de cultura -en su acepción más general-
procede, como es lógico, de muchas
fuentes. Pero creo que, en mi caso, la fuente de los libros tardó en empezar a
manar y ya no se secó nunca y ha resultado ser una de las que más caudal ha
aportado. Una de sus modalidades es la de los periódicos, en los últimos años
en su versión digital. Tal vez por eso y porque este formato quiere ser
misceláneo y variado, de vez en cuando cedo la voz a algún autor que me llama
la atención y que dice, seguramente mejor que yo, lo mismo que pasa por mi
cabeza en esos momentos. Hoy lo hago con Juanjo MIllás, de quien copio una
columna que publica en el diario El País. Qué resumen tan hermoso de la
situación. Ya me gustaría poner mi firma, aunque fuera en tipografía pequeñita,
en el pie del mismo. Gracias Juanjo MIllás.
NO LLEGA
Pese al frágil acuerdo alcanzado entre Sánchez e Iglesias, tiene uno la
impresión de que España se atomiza, se licúa
JUAN JOSÉ MILLÁS22 NOV 2019 El País
Pese al
frágil acuerdo alcanzado entre Sánchez e Iglesias, tiene uno la impresión de
que España se atomiza, se licúa. Envasada en un frasco de diseño, triunfaría
como perfume en las tiendas libres de impuestos de los aeropuertos. Eau
d’Espagne. Los viajeros se pondrían un poco en la muñeca y se la llevarían a la
nariz, para aspirar esa fragancia latina resultante del último prensado
electoral. Encargaríamos a Iván Redondo que resumiera sus tonalidades.
Reminiscencias de uva y de salitre, por ejemplo, y de aceite de oliva. Y
efluvios de pólvora con ecos de nacionalismos excluyentes. Y esencias de
socialismos aturdidos, de derechas bárbaras, de osamentas rancias, de repollo,
de regaliz y de ajo y de laurel, además de un fondo de rabo de toro y un toque
de sotana vieja, qué sé yo.
El problema de esta atomización es que los españoles,
aunque maltrechos, continuamos enteros. Hemos sucumbido de forma colectiva a la
molturación, pero individualmente tenemos las mismas necesidades que un alemán
o un sueco. Tres comidas al día, y vestido y calzado e higiene diaria o semanal
y, a poder ser, cultura. Necesitamos convenios colectivos, sindicatos de clase,
pensiones actualizadas, salarios dignos, vivienda, y un horizonte sosegado que
dejar en herencia a nuestros hijos. No puede irse todo a la trituradora puesta
en marcha por la torpeza o la maldad de políticos que confunden la llave
nuclear con el botón electoral o viceversa, ahora no caigo.
Estamos las clases medias y las pobres y los ancianos
y los jóvenes y los dependientes esperando la llegada de España como el que
aguarda la llegada del autobús bajo la marquesina. Pero España no llega, se
diluye, se deslíe, se dispersa, nos abandona a la intemperie. Y llueve.
Vaya que
si llueve (añado yo).
1 comentario:
Muy bueno, si señor.
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